Mostrando entradas con la etiqueta literatura infantil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta literatura infantil. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de diciembre de 2023

Santa y sus renos.

Para estas fiestas, una entrada literaria dedicada a Santa Claus con el que, sin duda, es el poema navideño más famoso de Estados Unidos. Lleva por título A Visit from St. Nicholas, Una visita de San Nicolás, aunque también se le conoce por Twas the night before Christmas, la primera línea del poema. El autor: Clement Clarke Moore. Profesor universitario, magnate inmobiliario y, por supuesto, escritor. Precisamente este año estamos celebrando el bicentenario de su creación. El poema fue publicado de forma anónima en The Sentinel, un periódico de la ciudad de Troy, en el estado de Nueva York. No fue hasta 1837, cuando Moore decide reclamar su autoría al verlo publicado con el nombre de otro.   

Pero no es Moore el que convierte a San Nicolás en Santa Claus, sino el que, probablemente, fuese el escritor más odiado por Mark Twain. James Fenimore Cooper. Fue en su novela The Pioneers, Los pioneros, escrita en 1822 y publicada en febrero de 1823, donde aparece dicha identificación. 

Aunque hay que decir que es el ingenioso Washington Irving, a su vez enormemente influenciado por Sir Walter Scott, el que pone a Santa en su Historia de Nueva York, de 1809, a surcar los cielos de Manhattan. En cuanto a los renos, dos de los animalitos, Donder y Blitzen, ya los menciona Sir Walter Scott, aunque con ortografía distinta. En cuanto a los renos americanos, hay un poema de 1821, The children´s friend, el amigo de los niños, donde el trineo de Santa va tirado por un reno sin nombre. En este pequeño poema escrito por Arthur J. Stansbury, un ministro presbiteriano, Santa Claus es el obispo San Nicolás, que viene con el trineo cargado de libros para repartir entre los niños que hayan sido buenos.  

En el poema de Moore aparecen ya los ocho renos con nombre y apellidos. A saber: Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donder y Blitzen, nombres que, por cierto, parece que se sacaron de unos caballos que así se llamaban. El noveno, el famoso Rudolph de nariz roja, no llega hasta 1939, en plena depresión. Rudolph fue producto de una campaña comercial de Montgomery Ward, unos grandes almacenes de Chicago. Y Robert May, su creador.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Día Nacional de Déjalo Todo y Lee gracias a...

Como precisamente se acaba de fallar el premio Pipi Calzaslargas y aún estamos en el Mes de la Mujer, nos despedimos con Beverly Cleary, una de las voces más respetadas de la literatura infantil y juvenil estadounidense que, a los casi 105, nos dejó hace unos días. Esta nativa criada en un valle remoto de Oregón hasta los seis años, casi siempre trabajó de bibliotecaria, con algún escarceo en el mundo editorial. En el estado de Washington conoció al que sería su esposo y de allí se mudaron a California en 1940. 


Los personajes de Cleary captan perfectamente la esencia del niño americano de clase media, labor que no se había alcanzado antes, de ahí su ingente público. Más de noventa y un millones de ejemplares vendidos por todo el mundo desde que saliera en 1950 el primer libro de su serie Henry Huggins. El habla realista de sus personajes sin duda también contribuyó a levantar esa legión de seguidores. Si añadimos una lectura fácil y amena, y su humor, salpicado de toques satíricos, no es extraño que sus personajes hayan hecho las delicias de padres e hijos. A Ramona Quimby, una niña con mucha imaginación a la que es difícil poner freno, se la recuerda con particular afecto. 



Por cierto que, desde que Cleary cumpliera los 90 el 12 de abril, a propuesta de HarperCollins se viene celebrando el National DEAR Day (Día Nacional de Déjalo Todo y Lee) para dar así un empujoncito a la lectura en familia. Aquí, una entrevista con esta brillante renovadora del género infantil y juvenil. 

miércoles, 6 de enero de 2021

La encarnación del antifacebook.

En noviembre leía un correo de Christina Linares, editora de Renacimiento, anunciando la publicación de "los dos tomos de inolvidables cartas de Elena Fortún a Inés Field durante los últimos años de su vida: Sabes quién soy y Mujer doliente, tras la reciente aparición de Celia lo que dice y Celia en el colegio, así como una nueva edición ampliada de Celia en la Revolución, que incluye el texto inédito titulado «Cómo salí de España».

Sabes quién soy agrupa las cartas que la creadora de Celia escribió a la intelectual argentina Inés Field (1897-1994) entre diciembre de 1948 y mayo de 1950. Recién llegada Fortún a un Madrid en el que se siente extranjera, recibe la noticia de que su marido se ha suicidado en Buenos Aires durante su ausencia. Dan así comienzo meses de nomadismo entre España, Argentina y Estados Unidos y una intensa correspondencia remitida desde el mar y desde tierra firme. La dura realidad del regreso del exilio y el trauma de la guerra asoman en estas misivas que son también un epistolario de amor, amistad y ausencia. Una difícil estancia al norte de Nueva York y la crónica del alejamiento entre una escritora y un hijo mentalmente deshecho por lo vivido en la guerra civil y por no aceptar el éxito literario de su madre, rematan esta crónica que es la historia, contada en primera persona, del regreso a España de esta inmensa escritora, conocida y reconocida por ser la gran autora del género infantil de nuestra literatura, ahora redescubierta como gran autora de literatura sin etiquetas. Su autobiografía novelada Oculto sendero y este epistolario son una buena muestra de ello. 

Mujer doliente agrupa las cartas que la creadora de Celia escribió a la intelectual argentina Inés Field (1897-1994) entre mayo de 1950 y la Navidad de 1951. En Barcelona, la ciudad española más parecida a Buenos Aires, la escritora tuvo su último cuarto propio habitado en armonía antes de entrar en la enfermedad y agonía final que ella vio como justo purgatorio en vida. El amor a Inés se erige como última verdad en medio de una poderosa crónica del desmorone del cuerpo. La luz del último verano en el pueblo de Ortigosa del Monte antes de la entrega final a la experiencia del dolor escrita desde la cama se acercan en las cartas a Inés y al mundo de mujeres amigas –María de la O Lejárraga, Victorina Durán, María Martos, Carmen Laforet, Carmen Conde, Fernanda Monasterio y tantas otras– que nunca dejaron sola a esta inmensa escritora, conocida y reconocida por ser la gran autora del género infantil de nuestra literatura".

El mes pasado, pero ya aquí, en Estados Unidos, también teníamos la suerte de contar con otro acierto literario, en este caso se trata de una biografía sobre la vida de Louise Fitzhugh, otra magnífica escritora de libros infantiles y juveniles que, como Fortún, se zambuyó en la escritura para aligerar la dificultad de estar enamorada de otra mujer. 

Fitzhugh nació en 1928 en Misisipí. La madre de la escritora era una joven y bella bailarina sin recursos económicos. Por el contrario, su padre, un hombre muy acaudalado, se quedó con la custodia de la hija tras un divorcio muy sonado. Fitzhugh, que aún no llegaba al año cuando se produjo la separación, fue criada por la socorrida figura de la institutriz. Tres universidades americanas y estancias en Francia e Italia para estudiar pintura, su verdadera pasión. 

Fitzhugh, al igual que Ellen Raskin, también ilustraba sus propios libros. Desgraciadamente no tuvo mucho tiempo para dejarnos una obra extensa, (otra desafortunada coincidencia con Raskin), pero su novela Harriet la espía, con más de cinco millones de copias vendidas en todo el mundo, es su obra más reconocida. 

Fitzhugh, que vivió casi siempre en Nueva York, frecuentaba el mundo bohemio de los años 50 y 60, ese mundo habitado por beatniks y jipis. La autora, que no tenía pelos en la lengua ni tampoco en la tinta, los recoge para el mundo juvenil. Ni que decir tiene que, en un primer momento, padres y tutores quedaron desconcertados ante la honestidad del nuevo realismo que les presentaba Fitzhugh a través de la joven espía, una adolescente feminista de once años que acabará necesitando terapia psicológica. Con el tiempo, y como se ve por las ventas, dos millones y medio en los primeros cinco años de su publicación, esto es, hasta 1968, ese rechazo pronto quedó en el olvido.

Los que quieran descubrir el mundo creativo y levantar algún que otro fantasma de la vida de esta brillante autora, sin duda deberán tratar de hacerse con un ejemplar de Sometimes You Have To LieA veces tienes que mentir, una fantástico intento que hay que agradecer a Leslie Brody, especialmente cuando, exceptuando su obra, no existe mucho material que dejara Fitzhugh, extremadamente celosa de su intimidad. Su correspondencia, apenas existe. Tampoco dejó diarios esta mujer huidiza, y en vida, solo permitió que dos fotografías suyas se publicaran. La encarnación, sin duda, del antifacebook. 

miércoles, 14 de agosto de 2019

¿Quién lo hizo?

A sus estudiantes de literatura creativa en Princeton, Toni Morrison les daba muchos consejos que iban de lo obvio, pero no por ello menos relevante, "Busca un lugar propicio que suelte tu creatividad" hasta un "Cuando escribas no te quejes". Ellen Raskin no contaba con estos mandamientos, aunque con Morrison compartía su extremada atención al detalle y su capacidad para purgar sus escritos. Como Morrison, además de tener en el mes de agosto la fecha de fallecimiento pero de un 1984, Raskin también cuenta con premios literarios, (en 1979 ganó la Newbery Medal, el premio más prestigioso de Estados Unidos en literatura infantil y juvenil con su obra The Westing Game, El Juego de Westing, que tiene película de 1997 pero es horrorosa). El uso irreverente que hacen las dos de la lengua también las une. Morrison la rechaza para volver a reclamarla bajo su prisma de realismo increíble, mientras que Raskin la retuerce con fines humorísticos.

Raskin, autora de libros infantiles y juveniles, no era una sola Raskin. También existía la Raskin ilustradora, hizo más de 1000 dibujos, algunos ganadores de prestigiosos galardones, para las cubiertas de otros libros. Probablemente el más importante fuera el que hiciera para Dylan Thomas de su A Child's Christmas in Wales en 1959 (Las Navidades de un niño en Gales). La Raskin música y compositora dibujó las imágenes y dio las notas musicales a las Canciones de Inocencia de William Blake, uno de sus artistas favoritos, aunque en su lista también entraba Velázquez. Y la Raskin inversora, que, por lo visto, tenía un instinto muy bien desarrollado para las finanzas. Cuando Raskin no estaba ocupada en crear, se la podía ver animando al equipo de hockey en Nueva York, (aunque nació en Milwaukee, Wisconsin, vivía en Greenwich Village), en el zoo o de viaje (los zoos de Tokyo y de Barcelona no le pasaron de largo. Raskin también menciona a España como una de sus pasiones). 

Mystery of Babylon
La meticulosidad de Raskin era bien conocida. A una imprenta le hizo desechar y volver a imprimir unas cuantas copias porque no respetaban las medidas que ella requería. Los dedos infantiles tenían que contar con suficiente espacio para manipular el libro sin tapar las ilustraciones ni los caracteres. Ninguno podía tener más de doscientas páginas, ciento noventa y dos era el número mágico, el uso del gris limitado y los márgenes debían cumplirse con religiosidad. Todo para asegurarse de que al niño se le estaba garantizando una observación limpia y amplia para encontrar las pistas ocultas que le ayudarían a reconstruir la escena y resolver el misterio. Las obras de Raskin son eso: precisión relojera. Una perfecta obsesión por la investigación que, inevitablemente, nos llevará a demostrar quién lo hizo.

Por si interesa, parece que uno de sus libros, The Tattooed Potato and Other Clues, El disfraz disfrazado y otros casos, fue traducido al español.

martes, 18 de julio de 2017

Los niños están de enhorabuena


Hace tiempo que leí Where the Wild Things Are (Donde Viven los Monstruos) seguramente la obra más reconocida de Maurice Sendak. Este escritor e ilustrador de libros infantiles probablemente sea el más conocido y respetado en Estados Unidos. Y aunque hace cinco años que este brooklynita nos dejó, me ha alegrado saber que su fundación ha dado con un manuscrito inédito en el que colaboró con el artista Arthur Yorinks. El manuscrito lleva por título Presto and Zesto in Limboland, (Presto y Zesto en Limbolandia), hipocorísticos que utilizaban entre ellos. Sendak es Zesto y Yorinks Presto.  

Las ilustraciones se hicieron en 1990 para servir de acompañamiento a la London Symphony Orchestra en la pieza musical Rikadla Elegía a la muerte de mi hija Olga (1927)del compositor checo Leoš Janáček. Parece ser que Sendak abandonó el proyecto para trabajar con el dramaturgo Tony Kushner en Brundibar, persiguiendo una de sus obsesiones: el horror nazi. 

El libro está previsto que salga en el otoño del 2018 bajo el sello Michael di Capua 
Books/HarperCollins. Estaremos al tanto.