Hoy es fiesta federal aquí. El Día de los Caídos, festividad que, por cierto, abre la temporada veraniega en Estados Unidos. Vuelos domésticos a rebosar para transplantar a millones de turistas a las playas. El que vaya por carretera encontrará que al precio de la gasolina se le ha vuelto a dar otro empujoncito. Al alza, claro.
Se desconoce cuál fue el lugar del que partió la tradición de rendir homenaje a los que lucharon en la Guerra de Secesión. Se piensa que salió de Georgia, aunque tenemos unas veinticinco ciudades que reclaman el honor.
Para zanjar la cuestión, el 26 de mayo de 1966 el presidente Johnson firma una proclamación por la que otorga la autoría a Waterloo, en el estado de Nueva York, una pequeña localidad en la región de los Finger Lakes, lagos Finger. Esta conmemoración parece que comenzó un 5 de mayo de 1866. Para honrar a sus caídos, ese día se cerraban las tiendas, los edificios se decoraban con telas negras de crepé y las tumbas de los héroes se engalanaban con flores y banderas.
Para los que quieran y puedan visitarlo sin guía virtual, en Waterloo tenemos museo que conmemora este día. El National Memorial Day Museum. Y a las tres de la tarde, cuando se supone que muchos estarán repanchingados en el sofá o con las manos en la comida, un minuto para honrar a los caídos.
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