Hace unas semanas mencionábamos que los centavos dejaban de acuñarse y me ha acordado de esas maquinitas que escupen centavos elongados que nos llevamos a casa como souvenir del lugar que hemos visitado. ¿Qué usarán ahora? Tal vez se pasen a un plástico resistente. O quizás prefieran imprimir los tesoros locales en monedas de mayor denominación. Dicen que la moneda de cinco centavos, el nickel, también anda en peligro de extinción. O tal vez terminen pasándose al billete.
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Esta invención se presentó al mundo por primera vez en 1893, en la Exposición Mundial Colombina que tuvo lugar en Chicago. Se llamó así para conmemorar los 400 años del viaje de Colón. Allí compartió espacio con la noria del ingeniero Ferris o con las barritas de chicle Wrigley. Parece ser que en 1818 ya pululaban las maquinitas, pero no fue hasta la insigne fecha cuando se presentaron en sociedad.
Aplastar la monedita-recuerdo de la exposición costaba precisamente un nickel, 5 centavos. El aplastamiento, lógicamente, se hacía a mano, con un operario dándole al manubrio. En el souvenir quedaba estampado lo siguiente: Columbian Exposition 1893.
Entre 1916 y 1932 las maquinitas se tomaron un respiro, aunque, tras ese lapso, su popularidad, especialmente en 1976, fecha en la que se cumplían los doscientos años de la Declaración de Independencia, vuelve a coger impulso.
Para los amantes de las monedas elongadas, aquí dejo lo que es la exonumia.
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