Esto es un no parar con las bebidas alcohólicas. Y la culpa es de la Audobon Society of Western Pennsylvania, (la Sociedad Audobon es una organización medioambiental dedicada a las aves), que no al negocio del alcohol. El jueves pasado me llegó una notificación electrónica de esta organización, invitándome a participar en el avistamiento de los vencejos espinosos antes de su emigración a tierras más cálidas.
Durante su estadía en Pittsburgh, estas aves se alojan en las chimeneas, (de ahí a que a estos vencejos también se les llame vencejos de chimeneas), de una antigua iglesia ahora reconvertida en cervecería. La Church Brew Works. Todo esto para decir que las cervecerías artesanales están subiendo como la espuma, según el Departamento de estadísticas laborales. Del 2006 al 2016 más de la mitad de los empleos creados en la industria dedicada a la bebida salieron de las cervecerías artesanales. En el 2016 tenemos 2843 negocios dedicados a la elaboración de cerveza de autor. A mediados del 2017 casi 70000 empleados. Este crecimiento también se ha notado en destilerías y bodegas, aunque el subidón ha sido menor. California y Colorado son los estados que van en cabeza en esto de abrir cervecerías artesanales.
Las leyes antitrust, aunque Reagan las pusiera patas arriba, parece que tienen bastante que ver con el despegue de este tipo de cervecerías. A principios del siglo XX, muchos bares y salones eran propiedad de compañías cerveceras y destilerías con producción a gran escala. George Remus era uno de estos grandes magnates. Remus, precursor del conocido Al Capone, fue un berlinés que dio bastantes quebraderos de cabeza por su perfecto conocimiento del mundo del contrabando. A Scott Fitzgerald le sirvió de inspiración para crear su Jay Gatsby. Remus comenzó de farmacéutico, luego se convirtió en el abogado criminalista mejor pagado de su época, para terminar de contrabandista y asesino. Gracias a su conocimiento de las leyes y de la medicina, descubrió el agujero negro de la Ley Volstead o Acta de Prohibición. Las bebidas alcohólicas con fines medicinales se permitían siempre y cuando se utilizaran las destilerías federales para su elaboración.
Cotilleo: a su segunda esposa, Imogene, se la cargó por traicionarlo con el Eliot Ness de la época, Franklin Dodge, un agente federal enviado por el terror de Remus, un americano hecho mujer. Mabel Walker Willebrant, ayudante del fiscal general, una mujer que padecía de fuerte sordera pero que no le impedía actuar con implacabilidad y devoción por el trabajo que le encomendaron. Decir que al principio nadie daba dos duros por ella (la escogieron pensando que sería fácil de manejar) y que medio Departamento de Justicia vivía de los sobornos de Remus. Pero Walker Willebrant, sin duda la mujer más poderosa de Estados Unidos en los años veinte, no se dejó achantar. Y otra curiosidad: la hija de Remus, Romola, fue la primera Dorothy del Mago de Oz.
Al terminar la Ley Seca, los bares y los salones logran la independencia de las fábricas productoras de los preciados líquidos y se trae la figura de un tercero: la del distribuidor, que se encargará de la venta directa a los bares. De esta manera, se consigue desbloquear el monopolio de este mercado.
Otra razón más poderosa de este borboteo, me parece a mí, es el gusto humano por probar lo nuevo, por marcar el rastro con nuestra diferencia, y que muchas veces requiere abrir el bolsillo para demostrar que el consumidor está en disposición económica (o no) de permitirse lo nuevo, lo que espera le diferenciará de los demás.
Para los que estén interesados en la vida de Remus, acaba de salir The Ghosts of Eden Park (Los fantasmas de Eden Park), una novela de Karen Abott basada en la vida de Remus. La serie televisiva de HBO, Boardwalk Empire, (El imperio del paseo marítimo), con mano de Scorsese, también nos da una magnífica idea del primer año (1920) de la Prohibición en Atlantic City. Y todo esto por los vencejos espinosos.
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