Hace unos meses me dio por ver To All the Girls I've Loved Before (A las mujeres que amé), la canción que entregó a Julio Iglesias el corazón de los estadounidenses. El magnífico Willie Nelson la interpreta con él.
Si nos fijamos en la guitarra de Nelson, nos daremos cuenta de que hay una oquedad. Y es que a Trigger, así se llama la guitarra, desgastadísima de tanto rascarla con el plectro, probablemente sea la guitarra más famosa en peor estado. Ya no le aguantan los remiendos.
No es extraño que los guitarristas nombren a sus compañeras de escenario. Al fin y al cabo es junto a ellas con las que pasan más tiempo, adquiriendo ese cariño que da el roce. Nelson adquirió a Trigger en 1969 y, desde entonces, entre otras aventuras, (la rescató de un incendio y la mantuvo oculta de los inspectores de Hacienda por miedo a que se quedaran con ella como pago a sus deudas fiscales), uña y carne. Sobre la piel de Trigger, múltiples firmas grabadas de conocidos artistas, lo que le añade valor tangible. Con Trigger Nelson consiguió lo que buscaba: definir su personalidad. No es de extrañar, entonces, su alta fidelidad.
martes, 30 de mayo de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
¿Qué activa la soledad?
Lo llevamos en los genes: inundar a otros con los torrentes de información que nos llegan sin importarnos un comino que esa información, más que informar, nos dé un puñetazo al conocimiento. Hay que estar a la última si no queremos que los interlocutores se pincen la nariz en clara señal de que somos unos apestados.
No sé si para tratar de repeler esa presunción o para demostrar a estos superolfateadores que están equivocados o simplemente para paliar el dolor de la segregación, que algunos nos hemos agarrado a los meetup, esos grupos de encuentro presenciales sin cámara o texto virtual de por medio, como si fueran el último diplodocus sobre la faz de la tierra.
Y no es que no se agradezca su labor. Por lo menos le obliga a una ponerse los pantalones y coger el coche, el transporte aquí es penoso, para ir a reunirse con otras cuantas almas con las que, en teoría, tiene algo en común. La soledad y el deseo de abatirla por descontado. Por si a alguien le interesa el tema de la soledad en este país, Bowling Alone (Jugando a los bolos Solo) del profesor de la Universidad de Harvard Robert D. Putnam ataca este tema.
He notado que, al menos en Estados Unidos, ese deseo de inundar nunca consigue desprenderse de la forma soberana: el aprovechamiento para la venta.
Las visitas de los que van de puerta en puerta vendiendo biblias ni mucho menos pertenecen al pasado. Tampoco las mujeres Avon han colgado sus maletines. Estos emprendedores meetup se han vuelto más sofisticados, lógicamente, y sus mañas se han materializado en forma de exploraciones culturales, solo para mujeres, por ejemplo, o en viajes tántricos guiados por chacras o terapias de energía vibratoria, (aún no tengo muy claro en qué consiste esta última), que los moderadores u organizadores de los grupos meten, tras una breve espera que nunca supera la semana. No se está para perder clientes.
Muchos de los meetups, al menos en los Estados Unidos, me parece que son la reinvención de las agencias publicitarias. Como mínimo, plataformas para oírnos a nosotros mismos marcarnos unos cuantos gallos. Lo que produce la soledad...
viernes, 26 de mayo de 2017
Kit de inglés 43: brownie points
Hoy nos vamos con los brownie points. No estamos hablando del mundo de la repostería. Esta es una expresión que se utiliza
para referirse a esos puntitos que nos anotamos cuando hacemos algo, sobre todo
a los ojos de un jefe, para llevarnos los honores. Marcarnos un tanto,
vamos. Su pronunciación es algo parecido a esto. Brauni points.
Su
etimología no está clara. Algunos la rastrean en las Brownies, la sección
junior femenina de las Girl Scouts. Cada vez que hacían una buena acción se les
entregaban puntos ficticios o esos brownie points. La primera vez que se
registra en este contexto es a finales de 1940. Los brownies son esos elfos que van sembrando el bien sin
pedir nada a cambio, pero que se ofenden si se les trata mal y pueden llegar a convertirse en horrendos seres.
Otros dicen que es un término militar y que deriva de la
escatológica brownnose que, con perdón, es nuestro lamerle
el culo a alguien, palabra que apareció durante la Segunda Guerra Mundial.
También los hay que atribuyen su origen a una fecha anterior, a 1886. Parece
ser que el Superintendente G. R. Brown de la Fall Brook Railroad en el estado
de Nueva York, una compañía de ferrocarril, se inventó este sistema de puntos para
recompensar a los
trabajadores que más se esforzaran. Entre medias quedan otras teorías, como la
que hace referencia a los chicos repartidores del Saturday Evening Post en
los años 30, a los que se les daba unos bonos o brownies que podían
canjear por artículos del catálogo de la empresa. O esta otra, que se remonta
al Brownie Camera Club de 1900, un club que tenía como fin enseñar a los niños
el manejo de la cámara Brownie de Eastman Kodak.
Aquí va el ejemplo:
She tried to get brownie points with her teacher (Ella intentó
impresionar al profe).
miércoles, 24 de mayo de 2017
Bulworth. Una película a recuperar
No es que Bulworth sea una obra maestra, pero con los meneos presidenciales y los amagos de impeachment me ha parecido conveniente rescatar su temática: la honestidad en el foro político.
Incapaz de competir con el populismo de su joven oponente, el senador demócrata de California, Jay Billington Bulworth, protagonizado por Warren Beatty, toma una medida desesperada para llamar la atención de los votantes y asegurarse así la reelección: decir la verdad. Su franqueza nos recuerda al Howard Beale de Network, un mundo implacable.
Asqueado con su vida, contrata los servicios de un asesino para que lo liquide y así su hija pueda cobrar el seguro. En el ínterin, Bulworth se despacha a gusto atacando, entre otros, a los poderes económicos que sustentan la política y a las grandes aseguradoras.
Ni que decir tiene que, cuando conoce a Nina (Halle Berry), bella e inteligente, inmediatamente querrá cancelar los servicios del asesino a sueldo.
Bulworth es diestro con las palabras, y le gusta hacer rimas y crear estrofas a ritmo de rap, una suerte de Hamilton. Me parece que al presidente esto del rap no le va mucho, y creo que lo de decir verdades, tampoco.
Incapaz de competir con el populismo de su joven oponente, el senador demócrata de California, Jay Billington Bulworth, protagonizado por Warren Beatty, toma una medida desesperada para llamar la atención de los votantes y asegurarse así la reelección: decir la verdad. Su franqueza nos recuerda al Howard Beale de Network, un mundo implacable.
Asqueado con su vida, contrata los servicios de un asesino para que lo liquide y así su hija pueda cobrar el seguro. En el ínterin, Bulworth se despacha a gusto atacando, entre otros, a los poderes económicos que sustentan la política y a las grandes aseguradoras.
Ni que decir tiene que, cuando conoce a Nina (Halle Berry), bella e inteligente, inmediatamente querrá cancelar los servicios del asesino a sueldo.
Bulworth es diestro con las palabras, y le gusta hacer rimas y crear estrofas a ritmo de rap, una suerte de Hamilton. Me parece que al presidente esto del rap no le va mucho, y creo que lo de decir verdades, tampoco.
martes, 23 de mayo de 2017
domingo, 21 de mayo de 2017
¿Quiénes trabajan a la luz de la luna?
Danica Patrick, la automovilista participante en las pruebas de NASCAR, hace unos meses lanzó su línea personal de productos deportivos. No es que la noticia me parezca digna de mención, espero que esta aventura empresarial le vaya tan bien como le está yendo en la pista, pero la noticia me ha recordado que los moonshiners también son muy dados a las carreras de coches, aunque las suyas, son de carácter ilegal.
¿Y quiénes son los moonshiners? Podríamos llamarlos espíritus libres, aunque a veces, esa libertad se vea truncada con unos cuantos años de prisión por su amor a la destilación ilegal del güisqui. Discovery Channel comenzó en 2011 un docudrama,
Moonshiners, en el que seguía las vidas de estos aventureros.
Los destiladores (llevan operando desde comienzos del diecinueve) se adentran en el corazón de los Apalaches durante la noche para dedicarse a la química. Un poquito de azúcar y maíz, y ya está. El problema viene cuando se va con prisas y la ventilación es insuficiente, provocando que la maquinaria explote, o cuando se añaden componentes como sosa cáustica o ácido de una batería de coche para acortar los tiempos de envejecimiento que requiere el elixir. Ni que decir tiene que el uso de estos productos puede ser mortal y puede dejar graves secuelas como la ceguera. A los motivos de salud se acogen las autoridades para prohibir su práctica, y lógicamente, a los omnipresentes impuestos.
Una licencia que permita vender alcohol está por las nubes. Por ejemplo, en Nueva Jersey, ronda los 10000 dólares aunque hay que añadir o quitar, dependiendo de lo que se quiera vender.
Los moonshiners, ávidos practicantes de la ideología libertaria, reniegan de las imposiciones gubernamentales. Y parece que su rebeldía está dando frutos, comenzó con la recesión del 2008, cuando las autoridades vieron en esta práctica una forma para reactivar la economía y generar empleo, al tiempo que una fuente segura de ingresos.
Aunque no todos los condados han abierto sus puertas a la destilación güisquera, parece que, los que lo han hecho, de momento no tienen motivos para arrepentirse, y es que, cuando se trabaja en equipo, da la impresión de que las posibilidades de fracasar disminuyen, o al menos, se sienten menos.
Este negocio es llamativo porque cuenta con dos ingredientes esenciales: en primer lugar se levanta el velo a lo prohibido, todos quieren dar el mordisco a la manzana y, por si fuera poco, ¡100% americano, baby!
Obviamente el mercado ha comenzado a saturarse con destilerías de güisqui ilegal, ahora autorizado. Incluso grandes compañías, como Jack Daniels, preocupadas con perder terreno, han lanzado su güisqui blanco.
Con su absorción en el mercado algunas voces se han manifestado arguyendo que "eso ya no es moonshine. Si se paga al fisco se pierde credibilidad". Eso sí, la receta sigue siendo la de toda la vida, reconocen. Digo yo que hasta que encuentren algo más barato. ¿Sosa cáustica, tal vez? ¿Quizás ácido de batería?
¿Y quiénes son los moonshiners? Podríamos llamarlos espíritus libres, aunque a veces, esa libertad se vea truncada con unos cuantos años de prisión por su amor a la destilación ilegal del güisqui. Discovery Channel comenzó en 2011 un docudrama,
Moonshiners, en el que seguía las vidas de estos aventureros.
Una licencia que permita vender alcohol está por las nubes. Por ejemplo, en Nueva Jersey, ronda los 10000 dólares aunque hay que añadir o quitar, dependiendo de lo que se quiera vender.
Los moonshiners, ávidos practicantes de la ideología libertaria, reniegan de las imposiciones gubernamentales. Y parece que su rebeldía está dando frutos, comenzó con la recesión del 2008, cuando las autoridades vieron en esta práctica una forma para reactivar la economía y generar empleo, al tiempo que una fuente segura de ingresos.
Aunque no todos los condados han abierto sus puertas a la destilación güisquera, parece que, los que lo han hecho, de momento no tienen motivos para arrepentirse, y es que, cuando se trabaja en equipo, da la impresión de que las posibilidades de fracasar disminuyen, o al menos, se sienten menos.
Este negocio es llamativo porque cuenta con dos ingredientes esenciales: en primer lugar se levanta el velo a lo prohibido, todos quieren dar el mordisco a la manzana y, por si fuera poco, ¡100% americano, baby!
Obviamente el mercado ha comenzado a saturarse con destilerías de güisqui ilegal, ahora autorizado. Incluso grandes compañías, como Jack Daniels, preocupadas con perder terreno, han lanzado su güisqui blanco.
Con su absorción en el mercado algunas voces se han manifestado arguyendo que "eso ya no es moonshine. Si se paga al fisco se pierde credibilidad". Eso sí, la receta sigue siendo la de toda la vida, reconocen. Digo yo que hasta que encuentren algo más barato. ¿Sosa cáustica, tal vez? ¿Quizás ácido de batería?
viernes, 19 de mayo de 2017
Kit de inglés 42: aluminum
De camino el otro día a mi entrevista en Onda Fuenlabrada, me paré ante las ruinas de la casa en la que habitara el guitarrista Dionisio Aguado, e inmediatamente me vino a la memoria esa frase tan conocida de que esto, en Estados Unidos, no hubiera pasado.
La verdad es que no pude dar con un ejemplar olvidado por la mano del tiempo y, sobre todo, de políticos. Pero me recordó una casa que hoy en día pertenece a la Universidad de Oberlin, en Ohio, y que, aunque no ha sido tan maltratada, la placa por lo menos se puede leer, el interior podría estar en mejores condiciones. Esta vivienda está relacionada con el mundo del aluminio, de ahí que sea la palabra de la semana.
Aquí Charles Martin Hall, bueno, no en la casa exactamente, si no en la leñera que ya no está, (la tiraron abajo en los años 20), descubrió en 1885 un método para abaratar los costes de producción del aluminio.
Algo a tener en cuenta. Los estadounidenses y canadienses tienden a escribir aluminum, sin embargo fuera de sus fronteras se prefiere la forma aluminium.
La verdad es que no pude dar con un ejemplar olvidado por la mano del tiempo y, sobre todo, de políticos. Pero me recordó una casa que hoy en día pertenece a la Universidad de Oberlin, en Ohio, y que, aunque no ha sido tan maltratada, la placa por lo menos se puede leer, el interior podría estar en mejores condiciones. Esta vivienda está relacionada con el mundo del aluminio, de ahí que sea la palabra de la semana.
Aquí Charles Martin Hall, bueno, no en la casa exactamente, si no en la leñera que ya no está, (la tiraron abajo en los años 20), descubrió en 1885 un método para abaratar los costes de producción del aluminio.
Algo a tener en cuenta. Los estadounidenses y canadienses tienden a escribir aluminum, sin embargo fuera de sus fronteras se prefiere la forma aluminium.
martes, 16 de mayo de 2017
Nueva entrevista en Onda Fuenlabrada
Mañana miércoles, a las 11:35 de la mañana, participaré en una entrevista en Onda Fuenlabrada. Podéis seguirla en el 89.4 FM y por internet, claro. Hablaré de cómo es la vida en América y de otras curiosidades.
lunes, 15 de mayo de 2017
El derecho a ser gordo
La obesidad en Estados Unidos algunos la reclaman como un derecho y
creo que unos cuantos hasta lo defenderían como una obligación. Hay que ser
solidarios con las grandes industrias. Americanas, claro. Pero ¿quién querría atiborrar a sus
hijos de comida basura? Ha preguntado Michelle Obama en
una conferencia sobre salud. Pues parece ser que
alguien que, aparte
de estar con el americano subido, también le sobra dinero y está de
ánimo para subvencionar a las grandes aseguradoras con las desorbitadas cuentas
que le saldrán si se opone a que sus hijos en horario escolar sustituyan el
pollo azucarado por la saludable zanahoria.
Los
detractores de tal beneficioso vegetal se refugian en su desagradable sabor
para cerrar los ojos ante la evidencia. Sí. Y en lo mal que la cocinan para
disimular dicho sabor. Cartón, eso es lo que se llevan a la boca sus hijos. Nada menos
que cartón. Menos les importa que muchos pollos embadurnados en azúcares
terminen en complicaciones cardiovasculares. Estos niños, desgraciadamente, al
igual que sus padres, recalcitrantes defensores de las grasas saturadas,
tampoco son de mucha zapatilla, de hecho cuanto menos la toquen, mejor. Así
que, al final, todos en carrito motorizado, para que así puedan seguir llenado
en amor y compaña el cesto de la compra con los azúcares que se encargarán de
pudrirles los dientes, aunque, eso sí, también de poner a la asquerosa
zanahoria en su sitio.
El
presidente, claro, para premiar la solidaridad de los defensores del pollo
azucarado y grasas arterioasquerosas, ha congelado las restricciones que
limitaban el sodio y las regulaciones que abogaban por un aumento en el consumo
de los cereales integrales en los colegios. Y eso de saber cuántas calorías nos
metemos pal'
cuerpo, para
evitarnos el susto y podamos seguir alimentando a placer el michelín quinientos
diez, después de todo a quién le gusta comer con esa mosca zumbándole en la
oreja, parece que también esta administración nos lo va a ahorrar. Todo sea por
el derecho y la obligación moral de ser gordo.
viernes, 12 de mayo de 2017
Kit de inglés 41: More bang for your buck
Volvemos al ataque con una expresión que tiene que ver con los dineros. More bang for your buck, su pronunciación sería algo así como mor bang for yor bak y se podría traducir por nuestro le damos más por su dinero.
La primera vez que se registra esta voz es en 1940. Apareció en un anuncio publicado en Metals and Plastics Publications. Por lo visto, el Secretario de Defensa de Eisenhower, Charles Erwin Wilson, era adicto a esta frase, y siempre que hablaba de la política de seguridad nacional, el New Look, la sacaba a relucir.
Literalmente se traduciría por más explosión para tu dólar. Un buck es otra forma para referirse al dólar.
La primera vez que se registra esta voz es en 1940. Apareció en un anuncio publicado en Metals and Plastics Publications. Por lo visto, el Secretario de Defensa de Eisenhower, Charles Erwin Wilson, era adicto a esta frase, y siempre que hablaba de la política de seguridad nacional, el New Look, la sacaba a relucir.
Aquí va un ejemplo.
You get more bang for your buck with this product (Con este producto te sale mejor o ganas más).
You get more bang for your buck with this product (Con este producto te sale mejor o ganas más).
viernes, 5 de mayo de 2017
Kit de inglés 40: Benedict Arnold
La palabra de hoy también es un epónimo y no tiene nada que ver con los "huevos Benedict". Este pobre militar, el señor Benedict Arnold, tiene la desgracia de que su nombre haya quedado como sinónimo de traidor. Aparece documentada por primera vez en 1806.
Greneral durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, en
1780 confabuló un plan para entregar West Point a los ingleses por un precio de
20000 libras de la época. Los hombres de Washington lo pillaron con las manos
en la masa y se vio obligado a hacer un mutis por el foro en un buque de guerra
inglés. Parece que valor e inteligencia no le faltaban, y que destacó en varias
campañas militares. Sin embargo, otros se hicieron con los méritos debidos a
él, alejándolo constantemente del merecido ascenso.
Arnold consiguió que los ingleses le adjudicaran una pensión anual de
360 libras y un regalito de 6000 a cambio de que se incursionara en terrenos de
Virginia y Connecticut. Por cierto, que este personaje ha sido objeto de la malicia de Los
Simpsons haciendo que apareciera en uno de los
especiales de Halloween.
miércoles, 3 de mayo de 2017
Jacob Riis
Tal día
como hoy, Jacob Riis
hubiera cumplido ciento sesenta y ocho años. Según Teddy Roosevelt, Riis fue
el mejor americano que conoció nunca.
Riis fue más
conocido por su faceta fotográfica, aunque sus aportaciones al mundo del
periodismo tampoco fueron desdeñables. Riis nació en Dinamarca, en el
seno de una familia con bastantes apreturas económicas. Ya desde pequeño,
probablemente azuzado por sus lecturas de Charles Dickens, desarrolló una fuerte conciencia social.
Cuando
contaba veintiún años, marchó a Nueva York, donde comenzó a trabajar de lo que
sabía: la carpintería. Después, y tras muchas
vicisitudes, lo vemos de editor, de publicista o de reportero policial. Fue con estos trabajos, cuando tuvo ocasión de vivir la situación de pobreza absoluta
en la que se encontraban los inmigrantes del Nueva York decimonónico.
Con el
fin de llegar al alma de sus conciudadanos, Riis comenzó a acompañar sus
escritos con dibujos, pero pronto se dio cuenta de que la pintura no era lo
suyo. La suerte se puso de su parte porque, en 1887, apareció el flash en la
fotografía, (el fue uno de los primeros en usarlo), un método que permitía captar lo
más sórdido en todo su esplendor. Pero esta tarea no estaba exenta de riesgos.
Varias veces la tecnología casi se lo lleva por delante, prendiéndole fuego.
Suyo es el libro How the Other Half Lives (Cómo vive la otra mitad).
Aunque Riis era un muckraker, periodista y
defensor de las reformas sociales, (sentía
una especial preocupación por denunciar las condiciones de insalubridad de los
emigrantes y la situación laboral infantil), Riis también
cargaba su propio mundo de claroscuros. Así, se le achacaba que se valiera de estereotipos para describir a las distintas etnias. Para él, los
judíos se fijaban demasiado en las cosas, los orientales daban miedo, los
afroamericanos vivían en La La Land y los italianos se llevaban a matar con el
agua destinado
a su aseo personal.
A pesar de estas distorsiones y de su nacionalismo, a Riis no se le
puede quitar que su ojo realmente sentía una preocupación por capturar y
denunciar las condiciones denigrantes en las que se encontraban los inmigrantes
que,
como él, pisaron suelo neoyorquino.
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