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Hace unas semanas no dejó Jeff Beck, el magnífico guitarrista inglés, y hoy quiero recordar a Buddy Guy, un imprescindible del mundo del blues y uno de sus maestros. Aquí, los dos grandes juntos.
Cortesía USDA ARS. |
Ahora que hace menos de un mes que hemos abierto el año nuevo y nos hemos cargado de nuevas intenciones y promesas, un recordatorio para que no se rompan con kick the can down the road. Literalmente "dar una patada a la lata camino abajo" y que podríamos traducir por posponer, aplazar o dar largas.
Pronunciación del camino: "quík de can dáun de róud". Y la buena aquí.
Esta forma surge de un juego infantil parecido al escondite inglés pero con una lata en los años 30 del siglo pasado. Fue a partir de los años 80 cuando esta expresión cobró un nuevo ímpetu, sobre todo en el ámbito político.
Frase: Trump Order ‘Kicks the Can Down the Road’ on Cybersecurity.
La orden de Trump pospone todo lo que tenga que ver con la ciberseguridad.
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En La muerte contada por un sapiens a un neardental, Arsuaga le dice a Millás que, "las sillas son, junto con el azúcar refinada, el peor invento de la humanidad". El azúcar ya sabemos que causa inflamación, mientras que la silla puede llevarnos a que tengamos divertículos o padezcamos de hemorroides. La sentencia de Arsuaga sobre la silla no es desconocida y el rechazo al asiento se viene practicando desde tiempos inmemoriales. Recordemos a los peripatéticos.
Estados Unidos también tuvo seguidores de la verticalidad. El primero que me viene a la cabeza es Hemingway, aunque hacía un poco de trampa porque de tanto en tanto apoyaba los codos. Mucho antes la buscaron Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Thomas Wolf también perteneció al grupo de los derechones. Wolf, con sus casi dos metros de estatura, hacía de la nevera su mesa de trabajo. El dramaturgo August Wilson también escribía de pie. Igual que lo hacían Philip Roth y Saul Bellow. A Winston Churchill, por ser hijo de madre estadounidense, lo mencionamos. El músico Oscar Hammerstein o el periodista Edward R. Murrow, (la película Buenas noches, y buena suerte rescata su figura), también trabajaban de pie. Otros preferían combinar la silla con la bipedestación. Este fue el caso del poeta Henry Wadsworth Longfellow y el de Nabokov. Y también estaban los del bando contrario. Los que combatían el dolor de pies escribiendo en la cama. El americano más ilustre y devoto de esta práctica fue Mark Twain. Truman Capote vino después.
Cortesía USDA ARS. |
Y esta semana, con los fríos, un término despectivo que nos puede dejar helados. Snowflake, literalmente "copo de nieve", y que podríamos traducir por delicado, expresión por la que la derecha estadounidense tiene especial mimo.
Pronunciación derretida: "sssnóufléik", y la delicada aquí.
Parece ser que esta forma peyorativa salió del estado de Misuri en los primeros años de 1860. Al que se opusiera a la abolición de la esclavitud se le tachaba de snowflake, vamos, de ser un milindris.
Frase:
He is a snowflake.
Es un remilgado.
Cortesía USDA ARS. |
Hoy nos vamos con la salud mental. Y es que el distrito escolar público de Seattle, en el estados de Washington, se ha atrevido a plantar una demanda contra la voracidad de los TikToks, Facebooks, YouTubes, Instagrams y los Snapchats. ¿Motivo? No es difícil imaginar. El distrito les achaca el estar alimentando la crisis mental que se viene dando entre los menores. Ansiedad, depresión o acoso en los medios digitales son algunos de los paquetes, al mejor estilo amazónico, a un clic de distancia, que no hacen más que entregarles estas plataformas. Con muchos alumnos inoculados por esta aciaga epidemia, el distrito escolar de Seattle se las está viendo y deseando para contratar a más personal cualificado que pueda atender las necesidades de estos chicos y chicas.
Espantoso recordatorio. Los suicidios entre los adolescentes en edades comprendidas entre los 15 y los 19 años se han disparado. Los estados más afectados. Nevada, Colorado y Carolina del Sur. En diez años, un 29% más a nivel nacional. Seguramente el confinamiento haya tenido algo que ver, aunque los medios digitales no pueden, no deben, irse de rositas.
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Pronunciación de miedo: "guésláitin". Y la buena aquí, con las Dixie Chicks.
Frase:
Are you gaslighting me?
¿Me estás haciendo luz de gas?
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Un empujoncito para aquellos, en especial para mis compañeros escritores, que luchan por lo que quieren y que apenas ven recompensa. Katherine Anne Porter, indiscutible maestra del relato, nos confiesa que el éxito no le llegó hasta alcanzar los 72 años. Ese reconocimiento tuvo que llegarle con una novela, Ship of Fools, La nave de los locos, en 1962.
Vamos a ver si la administración Biden realmente condena el asalto a las instituciones brasileñas y si va a hacer algo por sacar a Bolsonaro del feudo rubiales trumpíanico.
Y esta semana continuamos con las jornadas gastronómicas con la expresión papas pequeñas . Literalmente "patatas pequeñas" y que podemos traducir por insignificancia , nimiedades , o cosas sin importancia.
Pronunciación de cocina: "sssmól potéitos " . Y la gourmet aquí , con estas patatitas.
Esta forma la registra por primera vez de manera escrita en 1832 el periódico The Boston Morning Post. Samuel Taylor Coleridge usó una forma parecida en 1797. Little potatoes.Cerramos el 22 con pimienta y abrimos el nuevo año con una tabla de quesos. Y es que, gracias a la visita de Emmanuel Macron a Joe Biden hace unas semanas, nos hemos enterado de que, en Estados Unidos, también se puede adquirir buen queso. Una quesería del sur de Oregón es la que se encarga de dejar el pabellón bien alto, porque, aunque en el país es famoso el queso de Wisconsin, a nadie se le ocurriría servírselo al dignatario francés.
Cortesía USDA ARS. |
La quesería oregonesa Rogue Creamery se llevó, con su Bluehorn orgánico, el premio al mejor queso del 2019, competición que tuvo lugar en Bérgamo, en la categoría de los azules. Este queso cuenta con la distinción de ser el primer queso estadounidense que se lleva este galardón a nivel internacional. Por lo visto, el St. Malachi, con toques frutales, de Pensilvania, el Hudson Flower, un queso de oveja de Nueva York, y el cremoso Greensward, de Vermont, también hubieran podido compartir mesa con el de Oregón.
Y ahora, que venga la inteligencia artificial y los clone.