Aunque el mundo no está para muchas celebraciones, hoy traemos música. La del brillantísimo y malhadado
Lowell George, que, me he dado cuenta leyendo su biografía, tal día como hoy, un 29 de junio, pero de 1979, aquí aún es 29, perdería la vida a manos de las drogas y atracones de comida. Siete años le libraron a George de entrar a formar parte en el
Club de los 27.
George era uno de esos genios imposibles de encasillar lo que, probablemente, le dificultara alcanzar el reconocimiento que merecía. Niño prodigio, comenzó tocando la armónica, aunque sabía tocar cualquier instrumento que se le pusiera por delante. George era maestro de la guitarra con
slide, pequeño círculo, normalmente metálico, que se desliza por las cuerdas del instrumento para darle un determinado
sabor. Y George captaba, con especial pericia, el blues, la música country, el rock, la música folk y el jazz en una sola canción. Solo hay que escucharlo en
Willin', una canción de 1971 con su grupo Little Feat, probablemente su canción estrella, para darnos cuenta de su talento. Una fantástica voz y unas letras, casi siempre suyas, igualmente sensacionales, muy visuales y a veces con cierto toque
zappatiano, una especie de lúdico absurdo, acompañan su extraordinaria habilidad con la guitarra. Por cierto que, la inimitable Linda Ronstadt, sacará años después su versión de
Willin', y la verdad es que no sé por cuál decidirme.
George era admirador de la música minoritaria, de esa música de calidad que apenas tendrá difusión en el mercado. De Latinoamérica, por ejemplo, le intrigaba el arpa paraguaya. De vuelta a casa, el jazz fusión del guitarrista Larry Coryell, por ejemplo, también reclamaba su atención.
Aquí más información sobre las maravillas de este casi olvidado artista.