Cortesía loc.gov |
La obra, publicada en 1948, está inspirada en las cartas antimussolinianas que el poeta y también aviador romano, Lauro de Bosis, lanzaba desde su aeroplano. Su avión fue derribado mientras esparcía sus pasquines contra el Duce. A de Bosis está dedicada la obra. Por cierto que, en 1927, de Bosis escribió una tragedia clásica con un título bastante premonitorio: Ícaro.
Fue ese 46 antes de Cristo, cuando a Julio César se le ocurre ofrecer un premio al mejor autor de mimos que, obviamente, Décimo Laberio no ganó, al pronunciar un discurso con tintes criticones contra el emperador. Wilder sitúa esta convocatoria un año después, en el 45 a. C. El César de Wilder deja escrito en su diario que se ha visto forzado a suspender la representación porque esta carecía de mérito literario y que la cancelación no la hizo de buen grado, sino que la decisión lo mortificó.
Me molestó cerrar el teatro. La obra no tiene mucho mérito literario, pero hasta ahora nunca he coartado la libertad de expresión de los ciudadanos ni castigado ninguna opinión, por agresiva que haya sido. Además, me irrita pensar que muchos supondrán que he suprimido la obra porque muchos de sus dardos iban dirigidos contra mí.
Y termina con una añoranza helena.
¡Oh, si entre nosotros hubiera un Aristófanes! Podría poner en la picota a Clodia y a César, y luego hacer reír al público de su propia risa. ¡Oh, Aristófanes!
Mussolini, qué preferiría. ¿Las obras griegas o las latinas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario