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martes, 27 de septiembre de 2022

Más de tacón y menos de cuchara.

 Abrimos con la salud y con datos bastante preocupantes.

loc.gov

Un estudio del Brigham and Women's Hospital, en Massachusetts, ha revelado que la incidencia de los cánceres de aparición precoz en el mundo en personas que tienen menos de 50 años no hace más que aumentar desde 1990. Uno pudiera pensar, que, con la detención temprana y el desarrollo de las tecnologías, lógicamente se tenía que notar un aumento en el número de cánceres diagnosticados. Sin embargo, los científicos encargados del estudio observaron, valiéndose de un cribado poblacional, que, los que nacieron en los años 60, tenían más riesgo de padecer cáncer antes de cumplir los 50 que aquellos que nacieron en la década de los 50. De momento, no parece que hayan llegado a los 70, 80 y sucesivas décadas, aunque creen que el resultado no va a ser muy alentador.

Y los sospechosos, los de siempre. El alcohol, la falta de horas de sueño, sobre todo entre los niños, la exposición medioambiental, el tabaco, la obesidad y las comidas procesadas que devoramos frente a la pantalla.

Recomendable: Más de tacón y menos de cuchara.  

lunes, 15 de mayo de 2017

El derecho a ser gordo

La obesidad en Estados Unidos algunos la reclaman como un derecho y creo que unos cuantos hasta lo defenderían como una obligación. Hay que ser solidarios con las grandes industrias. Americanas, claro. Pero ¿quién querría atiborrar a sus hijos de comida basura? Ha preguntado Michelle Obama en una conferencia sobre salud. Pues parece ser que alguien que, aparte de estar con el americano subido, también le sobra dinero y está de ánimo para subvencionar a las grandes aseguradoras con las desorbitadas cuentas que le saldrán si se opone a que sus hijos en horario escolar sustituyan el pollo azucarado por la saludable zanahoria.



Los detractores de tal beneficioso vegetal se refugian en su desagradable sabor para cerrar los ojos ante la evidencia. Sí. Y en lo mal que la cocinan para disimular dicho sabor. Cartón, eso es lo que se llevan a la boca sus hijos. Nada menos que cartón. Menos les importa que muchos pollos embadurnados en azúcares terminen en complicaciones cardiovasculares. Estos niños, desgraciadamente, al igual que sus padres, recalcitrantes defensores de las grasas saturadas, tampoco son de mucha zapatilla, de hecho cuanto menos la toquen, mejor. Así que, al final, todos en carrito motorizado, para que así puedan seguir llenado en amor y compaña el cesto de la compra con los azúcares que se encargarán de pudrirles los dientes, aunque, eso sí, también de poner a la asquerosa zanahoria en su sitio. 

El presidente, claro, para premiar la solidaridad de los defensores del pollo azucarado y grasas arterioasquerosas, ha congelado las restricciones que limitaban el sodio y las regulaciones que abogaban por un aumento en el consumo de los cereales integrales en los colegios. Y eso de saber cuántas calorías nos metemos pal' cuerpo, para evitarnos el susto y podamos seguir alimentando a placer el michelín quinientos diez, después de todo a quién le gusta comer con esa mosca zumbándole en la oreja, parece que también esta administración nos lo va a ahorrar. Todo sea por el derecho y la obligación moral de ser gordo.