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miércoles, 22 de marzo de 2023

¿Seis de Steinbeck o ChatGPT?

Hace ya tiempo que colgué las 8 reglas de oro que Kurt Vonnegut dejara a aquellos, (humanos todos), que buscaran dedicarse a escribir relatos. Los que somos conscientes de lo costoso y doloroso que resulta parir una buena naracción, eternamente agradecidos. En los tiempos del ChatGPT, donde, en cuestión de segundos, nos marcamos un texto impoluto que denigra el esfuerzo del artista que lo creó, invoco a John Steinbeck y sus seis. Aquí planto la reactividad del primero. Insustituible. 

loc.gov


  1. Olvida la idea de que alguna vez vas a terminar. Aparta de tu mente las cuatrocientas páginas y escribe solo una página al día, eso ayuda. Luego, cuando logres terminar, siempre te sorprendes.


miércoles, 25 de enero de 2023

¿Cómo escribes tú?

https://www.loc.gov/

En La muerte contada por un sapiens a un neardental, Arsuaga le dice a Millás que, "las sillas son, junto con el azúcar refinada, el peor invento de la humanidad". El azúcar ya sabemos que causa inflamación, mientras que la silla puede llevarnos a que tengamos divertículos o padezcamos de hemorroides. La sentencia de Arsuaga sobre la silla no es desconocida y el rechazo al asiento se viene practicando desde tiempos inmemoriales. Recordemos a los peripatéticos

Estados Unidos también tuvo seguidores de la verticalidad. El primero que me viene a la cabeza es Hemingway, aunque hacía un poco de trampa porque de tanto en tanto apoyaba los codos. Mucho antes la buscaron Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Thomas Wolf también perteneció al grupo de los derechones. Wolf, con sus casi dos metros de estatura, hacía de la nevera su mesa de trabajo. El dramaturgo August Wilson también escribía de pie. Igual que lo hacían Philip Roth y Saul Bellow. A Winston Churchill, por ser hijo de madre estadounidense, lo mencionamos. El músico Oscar Hammerstein o el periodista Edward R. Murrow, (la película Buenas noches, y buena suerte rescata su figura), también trabajaban de pie. Otros preferían combinar la silla con la bipedestación. Este fue el caso del poeta Henry Wadsworth Longfellow y el de Nabokov. Y también estaban los del bando contrario. Los que combatían el dolor de pies escribiendo en la cama. El americano más ilustre y devoto de esta práctica fue Mark Twain. Truman Capote vino después. 

martes, 27 de diciembre de 2016

El primer Ives

Una prueba de que se está al tanto del ambiente navideño es conocer la obra de Currier & Ives.

¿Y quiénes son Currier & Ives? Nathaniel Currier y James Merritt Ives fueron un tándem de éxito especializado en litografías. Sus estampas de invierno, esos trineos tirados por un caballo, han quedado en la memoria de muchos americanos, aunque hay que decir que estos impresores hacían todo tipo de escenas. Catastrofistas, sentimentales, deportivas, de caza, religiosas, políticas, con trenes, barcos, bomberos en el furor de las llamas, carreras de caballos, retratos... todo les valía. Más de un millón de impresiones entre 1835 y 1907. Con esta productividad, no es de extrañar que ellos mismos se calificaran Publishers of Cheap and Popular Pictures (Editores de dibujos baratos y populares).

Currier&Ives
Currier nació en Massachusetts en 1813. Bajo la tutela de un tal Dubois, oriundo de Francia, el cual trajo la litografía a los Estados Unidos, se ejercitó Ives. En 1833 y tras años de aprendizaje abrió su propio negocio en Filadelfia.

Probablemente sus piezas más famosas sean sus impresiones en lápidas, en las que representa el dolor inconsolable de las familias que han perdido un ser querido.

Nacido en Nueva York en 1824, Ives se le unió más tarde, en 1852. Aunque comenzó como contable, también tenía en su haber habilidades artísticas que puso a disposición de Currier, mejorando las ventas. En 1907 la compañía, incapaz de competir con los nuevos avances en el fotograbado, se vio obligada a cerrar.

Su nombre aún persiste a modo de fundación.