Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes no puede ver a Trump, pero su ideología está por encima de cualquier odio o rencilla que pueda albergar su corazón.
Ryan se ha propuesto quitarse del medio al tándem Pelosi-Hillary. Y se ha propuesto emprender esta tarea, porque, seguramente, no confía mucho en su líder. Como siempre, el tema de los dineros, en especial los impuestos y el Obamacare, es la piedra que sustenta sus esperanzas para movilizar al electorado contra las medidas demócratas.
Como la captación de votos es tremendamente visual, Ryan ha arengado a los suyos para que compren esos preciados minutos de publicidad televisiva. Siguiendo sus directrices, ya se han echado a la calle, dispuestos a conservar el eterno punto muerto que incapacita al presidente a tomar decisiones. En Trey Hollingsworth, jovencísimo empresario que se presenta por Indiana, Ryan ha encontrado a su mejor discípulo. Bueno, mejor dicho en papuchi, pues es él el que está soltando la mosca financiando los anuncios de su hijo Trey a través de un Super PAC o Comité de acción política.
Totalmente de acuerdo. Ahora bien, que estamos y estaremos atrumpados es innegable.
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