martes, 25 de octubre de 2016

Deportes nada recomendables: segunda parte

Pero el rechazo que siento hacia la cacería me temo que no alcanza al deporte más radical de mi lista: no se trata del rebozo por el lodo mientras se intenta dar de puñetazos al contrincante. Tampoco es lanzarse al vacío vestido de Batman. No.

Para practicar esta actividad no se requiere ninguna habilidad mental, pero sí un importante desembolso. Unos 500 dólares para comenzar. Hay que trucar el motor de la camioneta para que estrangule el tiro de las dos chimeneas, una a cada lado, que esta práctica suele requerir. Pero esa inversión se queda corta si la comparamos con la cantidad de diésel que el animal reclama cada vez que llena sus horas muertas. Y es que para estos deportistas no hay nada como humear al que dé muestras de ser progre.

Este deporte se juega por parejas, aunque uno de sus miembros está a la fuerza. También se requiere que el dueño del furgón, para eso pone el material, disfrute como un enano a costa del otro. Estos atletas también dan prioridad a los adversarios que tengan un utilitario híbrido o eléctrico, sintiendo especial debilidad por el Toyota Prius. Si la conductora es mujer, preferentemente mayor, a bordo de un Toyota, entonces habrá hecho las delicias de estos campeones. Un último requisito. El conductor debe ser republicano y el reacio compañero de equipo, como mínimo, demócrata.

Aunque esta práctica conocida como rolling coal, rodar carbón, no es de ahora, ha cobrado un nuevo impulso bajo la era Obama, y es en las zonas rurales donde he notado que existe una mayor afición por la fumigación, aunque su sucia estela se está propagando alarmantemente.

Para respaldar la pasión que sienten por este deporte, los hinchas disponen de múltiples abalorios para colgar o pegar, siendo las partes más visibles del vehículo, lógicamente, las seleccionadas. Mis preferidas son las pegatinas Prius Repellent (Repelente para Prius) y una suerte de testículos de plástico colgados del parachoques trasero.

Deporte de alta competición, no cabe duda.

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