Por las películas sabemos que es la frase que los niños dicen cuando van de puerta en puerta, normalmente disfrazados de superhéroes, esqueletos, duendes, fantasmas o zombis, pidiendo caramelos la tarde del 31 de octubre.
Según David J. Skal, esta actividad comenzó en los años 20 como una manera para protegerse contra el vandalismo de los pedigüeños, que no se tomaban muy a bien la negativa de irse con las manos vacías y se comportaban con medios extorsionadores que The Reno Evening Gazette en 1938 equiparó a los de la Mafia. Por el mismo periódico también sabemos que, a veces, las bromitas de la chiquillada eran recibidas a tiros. Fue al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuando esta actividad cuajó definitivamente.
Curiosidad: en algunas zonas de los estados de Iowa, Massachusetts, Wisconsin, Ohio, New Hampshire, Vermont y Nueva York, las celebraciones de Halloween ocupan dos días del calendario, el 30 y el 31 de octubre: Beggars' Night, La Noche de los Mendigos y el mismo Halloween. En Nueva Jersey a la noche anterior a Halloween se la llama Mischief Night (Noche de Travesuras) o Goosey Night (Noche para hacer el ganso).
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