Hace unas semanas El País publicaba un artículo de Enrique Rey en el que este analizaba el nacimiento de un nuevo voyerismo: el pasarse horas y horas frente a la pantalla viendo videos de gente limpiando, durmiendo, estudiando o, simplemente, viendo la televisión.
Aunque en los años 60 no pululaban ni streamers ni youtubers, el mundo ya contaba con un artista visual que también hizo sus pinitos en esto de dejarnos horas y horas de grabaciones en las que no pasaba absolutamente nada digno de mención. De su factoría salió la famosa frase de "en el futuro a todos nos corresponderán 15 minutos de fama".
Este hijo de Pittsburgh, Andy Warhol, nos dejó, según algunos, unos cuantos peñazos. En Sleep, el primer metraje de Warhol, una antipelícula subterránea filmada en 1963, nos sirve 5 horas y 21 minutos de grabación con un único personaje, John Giorno, su compañero sentimental en aquel momento, durmiendo a pierna suelta.
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¿Reacciones? El día del estreno en Nueva York dos personas, de las nueve que estaban presentes, aguantaron la primera hora. Al año siguiente Warhol volvió a hacer las delicias del público con otra obra underground algo más larga: Empire. Ocho horas y cinco minutos del Empire State Building en paisaje prácticamente nocturno. Warhol comentó que el propósito de la película, rodada en blanco y negro, "era ver el paso del tiempo". Un dejar correr el tiempo con pretensiones estéticas. No me parece que, abordar la lírica de la visión, sea una de las principales motivaciones de estos voyeristas de los que habla Rey, asique algo de desesperación ha de haber en ese intento por querer dormirse en el sueño de los otros.
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