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sábado, 26 de octubre de 2024

Kit de inglés 407: bring home the bacon

No abandonamos ni la cocina ni la lona con bring home the bacon. Literalmente "traer a casa el tocino", y que podríamos traducir por ganarse los garbanzos o el pan, ser el que más dinero lleva a casa. 

Pronunciación peleona: "bring jóum de béicon". Y la buena aquí. con el profe Nick.

Parece que esta expresión también está relacionada con el mundo del boxeo, en concreto con el campeón de peso ligero, el boxeador Joe Gans. No fue a Gans al que debemos esta expresión, sino a la señora Gans, madre de este. Un 3 de septiembre de 1906 Gans gana el combate contra Oliver Nelson. Al día siguiente, el periódico The Post-Standard de Nueva York, publica que, antes de la pelea, Gans recibió un telegrama de su madre en el que le decía: "todo el mundo tiene los ojos puestos en él, que tiene que ganar, que Peter Jackson le dirá el resultado y que se gane los garbanzos (you bring home the bacon)". 

El New York Times hizo un seguimiento del telegrama que el boxeador envió a la señora Ganz, publicando el contenido de este: "no solo llevo tocino, también la salsa (not only the bacon, but the gravy)", y que en breve mandaría a su madre en forma de cheque por valor de 6000 dólares. 

Un mes más tarde, en octubre de 1906, otro boxeador también se llevará el tocino a casa. En esta ocasión es el peso pesado Abe Kaufmann. Ray Peck, un periodista del Oakland Tribune de California publicará:

Kaufmann will bring home the bacon. 

Kaufmann se gana los garbanzos. Se refería al combate entre Kaufmann y Sam Berger.

Para más charcutería, una de mortadela.

martes, 3 de septiembre de 2019

¿Qué es casi tan americano como el helado?

Se acerca el otoño y con él la temporada de un clásico: el pastel de manzana. A principios del siglo XX, parece que algunos le hacían ascos. No por motivos económicos, que seguro que existirían, sino por cuestiones morales. "El pastel es verdaderamente un mal americano", además de ser "inmoral", puede ser "motivo de divorcio", y al que lo come también lo deja "sin lustre o con un brillo antinatural en los ojos" y, de paso,"dispépsico". Aunque también los había del bando contrario, de los que miraban a los pasteles de manzana como artículos de primera necesidad. Este bando era el de los tradicionales o más americanos.

Parece ser que el amor por este tipo de pastel (con masa por arriba y por abajo) salió de la cocina del señor presidente Adams. El suyo era de calabaza, pero por lo visto estaba para hacerle reverencias. De hecho, este tipo de tarta que en inglés se llama pie (se pronuncia pái) salió de Massachusetts y de allí se extendió a Nueva Inglaterra. Este gusto por los pasteles de manzana no le era desconocido a Rudyard Kipling. En una carta que escribiera un 7 de febrero de 1921 a su entrañable amigo Nelson Doubleday, llama a Nueva Inglaterra el "cinturón del pastel americano". Por supuesto, los antecedentes de estos pasteles dulces hay que buscarlos en Inglaterra, en esas empanadas redondas rellenas de judías y carne.


Con la llegada de más inmigrantes a Estados Unidos, los pastelitos comenzaron a identificarse con las clases bajas. Supongo que el deseo de cuadrar en la nueva sociedad y el costo asequible de los productos (sobre todo una vez que despegara la industria conservera) tendría algo que ver. Con la Primera Guerra Mundial el pastel de manzana sale de las cocinas obreras para convertirse en un símbolo de patriotismo y democracia. Solo un postre supera el patriotismo del pastel de manzana: el helado.