miércoles, 1 de marzo de 2017

Poner los pies en Alaska

Me he dado cuenta de que no he puesto los pies en Alaska. Adentrémonos en el hielo, si es que con las temperaturas que tenemos aún queda algo. Y si, con Alabama vimos que los caballos eran los que salían bastante bien parados, en Alaska es a los alces y a los osos a los que se trata con mimo, mientras que las mujeres y aquellos que gusten de ponerse tacones llevan las de perder.

Despertar a un oso que está durmiendo para sacarse una foto con la criatura es ilegal, pero si no duerme, entonces, no hay problema: podemos dispararlo.

En vuelo está prohibido avistar alces. También es ilegal lanzar un alce vivo desde un avión en movimiento.

Los hombres no pueden ir totalmente desnudos por la calle y tampoco se puede robar nieve del vecino para hacer un muñeco de nieve (si es para un iglú está admitido).

Y la de los tacones. Eso de dar saltitos para evitar que el tacón o los dedos se nos queden atascados en un boquete nada. Es ilegal. Quizás ir a lomos de un alce pudiera esquivar la temida caída, pero poco se puede hacer porque las ordenanzas obligan a la policía a mantenerlos fuera de las calles.

Total, que en Alaska el fíjate por donde vas, no resulta reduntante.

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