miércoles, 20 de febrero de 2019

De cacería con Tom.

[Lion hunt]

Y sigo con la música. Hoy, otro olvidado, otro grandísimo, que, a diferencia de Ochs, optó por tomárselo todo a guasa. El Woody Allen de la música. Y, como este, también hijo de la tribu de Israel. El incomparable Tom Lehrer. Este matemático de noventa años que dejó las aulas y los laboratorios más prestigiosos durante un tiempo para arrimarse al piano y adornar con su genial verbosidad cada nota, también estaba enfadado y enrabietado: a la cultura de su época la miraba sorna y los políticos eran un saco sin fondo para su producción musical. Y cómo no, la educación. Sus letras son prácticamente imposibles de retener, una cascada de ideas y palabras escupidas a velocidad vertiginosa que apenas conocen repetición. Títulos como George MurphyWho's Next? (Quién es el siguiente), Pollution (Contaminación) o Whatever Became of Hubert (Qué fue de Hubert [Humphrey])? dan una idea de su implicación política y social. 

A veces me pregunto si Ochs y Lehrer llegaron a conocerse. A Lehrer, que vive en California, me encantaría preguntarle si cree que la sociedad de hoy es merecedora de alguno de sus cantes. Por cierto que Lehrer se apartó del mundo musical a finales de los 60. Demasiados sobresaltos, supongo. Aquí lo dejo con The Hunting Song (La canción de la cacería), un referente para los defensores de los derechos de los animales.   

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