lunes, 18 de febrero de 2019

Palabra de Dylan

Gen. Pershing at microphone, [9/13/24]

No hay nada mejor que un espléndido avituallamiento de CDs cuando se pretende atravesar el tráfico horripilante de Nueva York. Mi repertorio abarca de todo, desde rap, antiguo claro, hasta joyas clásicas. Una vez que pasado los trancazos de los túneles y mi esposo y yo vemos los carteles que anuncian Sleepy Hollow nos da por poner a un grande olvidado: Phil Ochs.

Mi esposo tuvo el placer de conocer en persona a su hermana, Sonny, que es la que se encarga de mantener viva el talento innegable de este gran músico. Su hermano, Michael, bien conocido también en el circuito musical, todo músico de rock 'n', roll de fama y sin ella ha pasado por su cámara, también hace lo suyo diseminando la colección de fotografías que posee de su hermano.

Aunque nació en El Paso, Tejas, pasó unos cuantos años en Ohio y otros en Nueva York. Ochs es el trovador de la canción protesta. Y conocía a los grandes como él. Con Víctor Jara tenía una amistad especial. Cuando a Jara ya se lo habían quitado del medio, Ochs organizó Una Noche con Salvador Allende, un concierto en el Madison Garden para protestar contra el golpe militar. Dicen que, con el asesinato de su amigo, comenzó el declive de Ochs. Para los que estén interesados, There But Fortune, (Podía haber sido yo o Podía haberme tocado a mí), es, además de ser una canción de Ochs que Joan Baez hiciera famosa, de momento, el único documental sobre su vida. Sus letras son feroces, cautivadoras, sagaces. Su voz un gemido que suena casi como el clarinete del que era virtuoso. Pero Phil se cansó. De los Johnsons, los Nixons, los Vietnams y del asco que sentía por la apatía de la sociedad que le había tocado en desgracia. Ochs sufría porque, como suele pasar en estos casos, era capaz de ver la grandeza estadounidense triturada en manos inmundas. Ochs cerró su asco con No More Songs (Se acabaron las canciones), la última que grabó en un estudio.

Pasar una tarde con Phil, no cabe duda de que le deja a uno con un nudo en la garganta. Mi esposo y yo, que intentamos ser respetuosos con el talento, apagamos el reproductor unos minutos en cuanto Phil se va, exhalamos una bocanada de aire y nos miramos brevemente a los ojos. Luego, nos ponemos a hablar de él y de sus letras, y siempre terminamos por concluir que es mejor, lo siento señor Zimmerman, que el de Minnesota. Palabra de Dylan.

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