
Este deporte que comenzara en Toronto en el 2011 hace poco que ha arribado a las costas estadounidenses. Ahora, junto al calor que dan unas buenas cervezas y quizás, un compañero hachero, podemos lanzar el hacha a una diana de madera. El problema digo yo que puede surgir si uno de los competidores tiene mal perder y le da por dar mandobles a diestro y siniestro o si se le suben las copitas de más o si no lleva un dólar en el bolsillo para pagar la consumición o si la novia/o lo acaba de dejar o si ...
Los nombrecitos que gastan, por supuesto, pura originalidad. Tomahawk o más elaborados como El Arte de lanzar hachas. El público que tiene dos cabezas reniega de este tipo de establecimientos, ya que ven en ellos a oportunistas que han venido para no quedarse. Por que así es como operan las tendencias: quizás mañana toque la estaca.
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