Hace unos días me llegó una invitación para asistir (virtualmente, claro) a un concierto de música zydeco con los dos veces Grammyzados Terrance Simien and the Zydeco Experience (Terrance Simien y la experiencia zydeco). No sabía qué tipo de música iba a encontrar (reconozco mi espantoso vacío) y la verdad es que ha sido un grato descubrimiento.
La música zydeco es la música de los afroamericanos afincados en Luisiana y que, por estas fechas, suena en cualquier esquina para celebrar Mardi Gras, nuestro Martes de Carnaval. El zydeco parece que evolucionó a partir de la música cajún, es decir, de la música que trajeron los blancos a Luisiana, y que, a su vez, también se impregnó de los sonidos de los pueblos nativos americanos.
Este tipo de música ganó popularidad a partir de los años 30 del pasado siglo gracias a Amédé Ardoin, primer criollo afroamericano que grabó un disco. Su acordeón y sus canciones improvisadas fueron las que establecieron esta corriente, aunque fue años más tarde, en la década de los 60, cuando Clifton Chenier le dio el impulso definitivo al mezclar los ritmos de la música criolla, el rock, el rhythm and blues, el jazz y el soul con los de la música zydeco.
El acordeón es el instrumento rey en la música zydeco, siendo una tabla de madera para lavar, de esas antiguas, sobre la que se golpea, el duque. Marcela, hija de Terrance, excelente cantante, también nos demostró su pericia con una alternativa a la tabla de madera. Se trataba de una especie de plancha de acero que, a modo de peto sin espaldar, se colgaba del cuello. Con una cuchara en cada mano raspaba la plancha acanalada. En cuanto a las letras, casi todas estaban en francés.
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