https://www.nosrwebs.com/codes/how-to-add-social-share-buttons-on-a-blogger-website/ American X-Ray: ¿Qué suena por Navidad?

domingo, 25 de diciembre de 2016

¿Qué suena por Navidad?

Hace ya unos años que lo vengo observando: a la música navideña le pasa algo. Ya no es la misma. 

Lógicamente la música evoluciona. Sí, pero no es eso. Los coros aniñados apenas se oyen y a las voces de toda la vida, los Bing Crosbys, los Sammy Davis Jrs o el queridísimo Dean Martin se les ha dado un codazo en la boca.  

El espanto se ha llenado con música... country, y, como era de esperar, de la mala. Así que, mientras uno intenta decidirse entre una camisa roja o blanca o si es mejor un libro de comida vegetariana o vegana como regalo, tiene que lidiar con las arcadas del juglar. Y digo arcadas porque parece que al cantante le cuesta sacar las letras de la garganta, envolviéndolas de una guturalidad antinatural. 

Entendería que esta adulteración se reservase para las zonas de las que salió el country en primera instancia, (normalmente vinculado a la población blanca de baja extracción social y con pocos recursos económicos de la zona de los Apalaches. La magnífica Dolly Parton es de aquí), aunque me cuesta creer que sus nativos quisieran escuchar esta atrocidad. 

Al final, después de darle muchas vueltas, he comprendido que se trata de un fenómeno que nos involucra a todos y que tiene que ver con la homogeneización. El country es la nueva arma para aunar al pueblo americano. La cutrificación está justificada siempre que sea para un buen fin. El mito del Hillbilly Elvis, el chico de campo con talento capaz de llegar a la cima, se rescata. El único problema con esto es que ni las canciones de Elvis y mucho menos su talento se rescatan, solo el reflejo de su imagen, eso sí, pasado por el tamiz del yo también puedo ser el Rey o no todos los chicos de campo son unos palurdos analfabetos.

Con este rescate musical parece que alguien está empeñado en que reivindiquemos la esencia del americano, cuando, lógicamente es solo representativa de unos cuantos. De esta operación rescate de momento no he disfrutado de ninguna pieza musical navideña con toques rancheros o raperos, por mencionar otros estilos. Quedo a la espera.

Pero la gravitación hacia lo cutre me temo que ha saltado los pentagramas. El presidente entrante, en este campo, nos da sopas con honda. Sin ir más lejos, las archifamosas gorras de béisbol parcialmente made in China, han sido elegidas por Trump y su equipo como un símbolo de solidaridad aderezado de pretendida humildad hacia los trabajadores, especialmente por los que realizan labores de fábrica. Seguramente a muchos de ellos vaya dedicada esta nueva oleada musical que a todas luces oirán a bordo de sus furgonetas, casi con certeza, americanas. 

Por cierto que, Trump, ¿llevará puesta la gorra en la toma de decisiones? El country navideño, ¿le servirá de inspiración? 

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