Los motivos, según el director general, son de carácter económico. Los elevados costos de mantenimiento y la caída en la venta de billetes.
El desarrollo de la tecnología tampoco es que haya ayudado mucho, dice el director general, pues los niños (y sus papás) prefieren quedarse en casa.
Pero la presión de grupos como PETA, grupo defensor de los derechos de los animales, es la que les ha dado la puntilla. Y es que, esta organización, hacía ya tiempo (36 años), que venía denunciando el maltrato que se les daba a los animales propiedad del circo, sobre todo a los elefantes.
El Ringling no es el único en sucumbir. Hace unas semanas que SeaWorld, el famoso parque acuático para mamíferos en San Diego, anunció que cerraba el espectáculo con orcas. Parece que los animales, al vivir en cautividad, habían desarrollado una neurosis, y que en escena, se los obligaba a realizar movimientos que, en libertad, nunca realizarían. El documental Blackfish les hizo mucho daño. La peligrosidad para los entrenadores también ha sido desencadenante para clausurar el espectáculo.
Afortunadamente para SeaWorld, ha sabido adaptarse a los tiempos modernos, y ya está pensando en crear una experiencia, Orca Encounter, con más sabor educativo que recreativo. Eso sí, las ballenas, están jorobadas. Para ellas no hay indulto, así que les toca seguir dando saltos mortales.
Pero no perdamos la esperanza porque, al menos, durante cuatro años, ocho si no le sale documental o grupo de presión efectivos, el entretenimiento estará asegurado.
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