sábado, 21 de enero de 2017

Gracias, Putin.

Ayer Trump, durante su discurso de investidura, creó la sombra de la duda entre sus seguidores.

Nada más comenzar. Apenas fueron unos segundos, pero las ovaciones, arrancadas, se sintieron temblonas, desconcertadas.

Y es que, a pesar de haberse leído de pe a pa los discursos presidenciales de Kennedy y Reagan, Trump coló, (no sabemos si con la intención de mantener viva la llama de la discordia y la polémica, tal vez se tratara de un lapsus calami), un caza el gazapo, que, a muchos, me atrevo a asegurar, les puso los pelos de punta. Estaban ante lo más temible, un reconocimiento solapado, el reconocimiento. ¿Un va por ti, Putin, en el cogote?

A diferencia de las frases introductorias de Kennedy o las de Reagan que cerraban la lista de agradecimientos con un fellow Americans, (compatriotas), Reagan añadió un efectivo my fellow citizens of this great nation (compatriotas de esta gran nación), Trump descolocó a los suyos añadiendo una, mejor dicho, dos puntillas : fellow Americans and people of the world, thank you (compatriotas y gentes del mundo, gracias).

¿Cómo que gentes del mundo? ¿Qué pintan ahí los pueblos del mundo? ¿Acaso no había sido gracias a ellos, a sus fieles, que había llegado a lo más alto? Ya estaba mal que a los otros les hubiera dado voz en un discurso solo para ellos, made in America for the Americans, pero que encima les diera las gracias...

Menos mal que, con cada párrafo, con frases que los aseguraba que "lucharía por ellos hasta el último aliento", Trump fue capaz de enmendar el daño y lograr una completa restauración de su espíritu, porque, como es bien sabido, la traca final es la que queda.

In Trump We Trust.

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