domingo, 1 de julio de 2018

Harlan Ellison, el Zorro

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Fue allá por el 2006 cuando Harlan Ellison le tocó un pecho a Connie Willis en la entrega de los premios Hugo. Harlan afortunadamente se dio cuenta de su disparate y se disculpó, aunque muchos no lo perdonaron.

Ellison fue otro de esos grandes y raros que ha dado Cleveland. Infatigable en su labor de no permitir a la posteridad que lo desintegrara se aplicaba a la superproducción. Más de 1800 piezas escritas con su Olympia, una máquina de escribir manual. "Un hombre del siglo XX", así se autodefinía.

En la ciencia ficción especulativa con toques a lo Poe, kafkinos o melvillianos, Harlan desplegaba su genio. Suyos son "Repent, Harlequin!" Said the Ticktocman" o "I Have No Mouth And I Must Scream". Revelar los problemas de la condición humana fue su neurosis, por eso repudiaba zombis, muertos vivientes y guerras espaciales, a los que veía como fraudes alimentados por la industria del espectáculo.

Es en sus ensayos donde más se marca la brutal agudeza de su tinta. Y digo brutal porque Harlan se consideraba un hombre honesto e íntegro que no tenía reparos en llamar "cabrón" al más pintado. Por eso, cuando las editoriales, las cadenas televisivas o cualquier otra entidad trataban de aprovecharse de su trabajo sin pagarle un dólar, Harlan se subía por las paredes. Tan mal le sentaba que los llevaba a juicio, y de los muchos que tuvo solo perdió uno.

Este mismo hombre, eternamente enfadado y siempre encendido con la posibilidad del robo intelectual, defendió en 1965 el derecho a voto de los ciudadanos afroamericanos en las marchas de Selma, Alabama, desfilando junto a Martin Luther King.

Su ego tampoco entretenía la idea de que lo criticaran. Su punto débil era su profesión, su habilidad para poner dos renglones seguidos. Un profesor de OSU, Columbus, Ohio, tuvo la audacia de decirle que no sabía escribir. Durante veinte años Harlan estuvo mandándole por correo copias de sus historias publicadas. Este profesor fue más afortunado que un editor, al que por lo visto, también por correo, le envió una tuza muerta, un tipo de roedor muy común en América.

Pepito Grillo y el Zorro eran los personajes con los que más se identificaba Ellison. La conciencia que intenta alejarnos del mal y el caballero incansable, defensor infatigable del honor y de las causas justas. Su virtud será recompensada.

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