miércoles, 16 de octubre de 2019

¿Recuerdas el Maine?

Monumento a los fallecidos del Maine, inaugurado el 16 de septiembre de 1914. 

Vaya que si nos acordamos del desastre del Maine. Gracias a William Randolph Hearst, el magnate de la prensa, imposible olvidarlo. En 1911 el gobierno rescató del fondo del mar el acorazado para dar sepultura a los que perdieron la vida en el trágico suceso y, de paso, sacar los enseres de valor y un cachito del fondo del mar. En el reparto a Pittsburgh le tocó la pieza que se ve en la fotografía. El tubo lanzatorpedos y un ojo de buey. La presencia del monumento se debe a la persistencia del alcalde Charles Geyer, que también quería honrar la memoria de Friend William Jenkins, el único miembro del cuerpo naval de la zona de Pittsburgh que perdió la vida.

Al famoso cementerio de Arlington, lugar en el que descansa Kennedy, llegó el mástil. A Charleston llegó el cabrestante. En Oakland, California, tenemos una tronera, en el estado de Nueva York, el silbato, en Portland, un cañón, en Lewiston, Maine, un proyectil, en Massachusetts un ventilador, en Reading, aquí en Pensilvania, un ancla. El por aquel entonces ayudante del secretario naval, Franklin Delano Roosevelt, se la dedicó a la ciudad personalmente.

Aunque no todo lo que se rescató era pura artillería. El objeto que más dio que hablar fue la bañera de acero esmaltada del capitán Sigsbee. Un congresista de Ohio pensaba entregársela a su pueblo para ganar votos en tiempos de campaña, pero estos no cayeron en la trampa y lo despidieron con aguas destempladas. El patriotismo en este caso, no funcionó.

Por cierto, decir que el buque, aunque se sacó del agua para efectuar las labores de rescate y despiece, fue devuelto al fondo del mar, y allí sigue, en aguas cubanas.

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