lunes, 7 de agosto de 2017

Patria USA

Phil Ochs, el gran cantautor protesta estadounidense, decía que "abandonar América era como perder 9 kilos y echarse una novia nueva". Ochs lo decía con la rabia que le daba ver a las injusticias exhibiendo sin pudor su natural desagradable por tierras americanas, no solo por las estadounidenses.

Años antes James Baldwin (1924-1987), ensayista y activista, considerado uno de los mejores escritores estadounidenses, también guardaba un sentimiento similar, admitiendo que "su amor por los Estados Unidos sobrepasaba cualquier afecto que pudiera sentir hacia otro país". Baldwin también concedía que ese reconocimiento le daba plenos poderes para criticar a la madre patria hasta su último aliento. Y eso es lo que Baldwin hizo con insuperable maestría.

Para recoger las faltas del amado país, y de paso, reconocer las propias, Baldwin optó por la extraterritorialidad. A los veinticuatro, cansado de escribir artículos y comentarios sobre la situación de los hombres y mujeres de color y de las cortas miras de la madrastrona (Baldwin era afroamericano a lo que había que añadir su bisexualidad), decidió instalarse en Francia. La sexualidad, la familia (su madre nunca le reveló quién era su padre biológico, y la relación con su padrastro, que quería que fuera predicador como él, era tensa), admitir la ineludible influencia blanca (Baldwin sentía debilidad por Dickens y Harriet Beecher Stowe, la creadora de La cabaña del tío Tom), y los conflictos raciales son los temas que perseguirán al pensador hasta el final de sus días. Pero sobre todo, lo que más le motivaba a seguir adelante era ser "un hombre honesto y un buen escritor".


Aquí dejo al maestro, a los ojos del desencanto cuestionándose la moralidad de la Patria.

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