La desaparición de David Douglas Duncan, conocido por sus fotografías de Picasso, Nixon y las estampas de los múltiples escenarios bélicos que pisó, me ha recordado la figura de Arthur Fellig, más conocido por Weegee (Güija). Aunque no es americano, nació en lo que hoy en día es Ucrania, pasó la mayor parte de su tiempo pegado a las comisarías neoyorquinas, a la espera de alguna desgracia que poder retratar a pie de víctima. A Weegee podría considerársele una especie de oportunista. Según él se pasó dos años en las comisarías sin ningún tipo de credencial, aguardando la llegada del teletipo que le enviara al lugar de la tragedia.
Sus instantáneas en blanco y negro, disparadas con un flash a unos diez pies de distancia, retienen una crudeza y realismo que parecen salidas del cine de gánsters. En los años 40 a Weegee se le tiene por el periodista de prensa de mayor fama. Diez años después no tiene donde caerse muerto, y eso que estuvo trabajando en Hollywood unos años, experimentando con lentes nuevas.
El cambio de gustos fue lo que lo mató. Aunque no del todo. Para escapar el hambre le tocó, lo que son las cosas, volver a Europa, donde aún se lo conocía poco. Eso sí, nada de comenzar por la crème de la crème. En los 60 lo tenemos haciendo películas nudistas, incluso participa en una. No sé si su personaje, en The Imp-Probable Mr. Weegee, así se llamaba el rollo, requería la desnudez de Weegee. Asqueado, la película era mala de solemnidad, abandona París, la ciudad del rodaje, no sin antes vender al director de tamaño ladrillo, Sherman Price, su sombrero y su abrigo.
Stanley Kubrick, fiel seguidor de su obra, lo rescata para su Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, en España ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú, la sátira política que tiene a Peter Sellers interpretando a tres personajes distintos.
Todo esto y más nos cuenta Christopher Bonanos en su biografía de Weegee y que acaba de salir hace unos días. Flash: The Making of Weegee the Famous. En ella, Bonanos también menciona otra curiosidad. Peter Sellers tomó la voz chillona y el fuerte acento alemán de Weegee para dar vida a su personaje de Strangelove.
Por cierto, que en 1999 Weegee estuvo en PhotoEspaña. No pude ver la exposición de Madrid, pero tuve la suerte de disfrutar de su obra años más tarde, precisamente aquí en Massachusetts.
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