No es por meter miedo en el cuerpo, pero se puede acabar, sin comerlo ni beberlo, de música de fondo en un salón de juegos recreativo. Y qué música. Seguro que, a más de uno, le habrá levantado la risa. Si no que se lo digan a algunos usuarios de Lovense, el juguete erótico controlado con Bluetooth. El problema vino con la aplicación remota del juguetito, que tenía los micrófonos del teléfono activados. Información almacenada en el archivo y delicia para el que está, vaya uno a saber dónde, analizando los hábitos del consumidor y algún que otro detallito. Pongamos una de temperatura corporal. Y el asunto Lovense no ha sido el único.
Con la Alexa del Amazon en casa, que también lleva micrófonos, algunos, si no se andan con ojo, pueden terminar de hilo musical en otro salón de juegos recreativos. Avisados estamos. Richard Stallman.
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