martes, 26 de mayo de 2020

Con la salud sí se juega.

Esto del capitalismo es una maravilla, ya que, en tiempos de carestía, te permite hacer el agosto. Si no que se lo digan (preguntar no porque no iban a responder) a los proveedores de material hospitalario con contrato de exclusividad en algunos centros. Claro que, en época de pandemia, pueden surgir ciertos problemitas para el hospital y sus trabajadores. Uno de ellos es que el precio de las partidas cueste un riñón, pero más importante aun es que el distribuidor se haya quedado sin existencias y que el centro tenga que esperar a que reponga batas, guantes, mascarillas...

Mientras espera a recibir el material y, para curarse en salud, el hospital afectado siempre puede hacer firmar al personal un papelito eximiéndolo de cualquier responsabilidad y listos. Por ejemplo, si un doctor contrajera el COVID-19 por no llevar mascarilla, la culpa sería suya y nada más que suya. Supongo que traerse mascarillas de casa y un equipo completo a cambiar con cada paciente no hay bolsillo que lo aguante, de ahí que, a veces, más de uno se haya visto obligado a reciclarlo. 

Cortesía de USDA ARS.

Unos cuantos corazones han notado esa carestía y, para aliviar la carga, han enviado sus donaciones de material. Sin embargo, algunos hospitales, más escrupulosos con sus obligaciones contractuales que con otras, sacrificables, han preferido decir no al donativo, no sea que, cuando las aguas vuelvan a su cauce, el proveedor les meta un puro de cuidado.

En época de necesidad sanitaria como la que estamos viviendo, sí se juega con la salud.   

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