lunes, 11 de mayo de 2020

La sota, caballo y rey de la pizza.

Cortesía de USDA Agricultural Research Service
Y ya que ayer hablábamos de colas y de Depresión, hoy, una de recetario de la época.

Según el tándem Ziegleman y Coe, autores de A Square Meal, literalmente Una comida cuadrada y que podríamos traducir por Para comer, sota, caballo y rey, durante la Depresión se ignoró el posible casamiento entre alimentos, y se dio prioridad al precio, al valor nutricional y al efecto saciante.

La ciudad de Nueva York, por poner un caso, ferviente devota de la pizza, decidió que en la crisis sus colegiales no probaran dicho manjar. De hecho, se inclinó por una dieta variada.

La comida, que se preparaba en un único local y, desde este, se distribuía por toda la ciudad en camiones provistos de calentadores en la carga para que llegara calentita, contaba con un menú diferente cada día. Así, los martes, por ejemplo, tocaba sopa de guisantes, espaguetis con cebolla y tomate, y pan con mantequilla. De postre pudin de chocolate. Sin coca cola. Y eso que la fórmula llevaba activa desde finales del siglo XIX. Los viernes, sopa de judías y cebada. Sándwich de jamón o pescado con pan integral. Y a elegir: zanahorias, repollo o nabos en puré con crema de leche. De postre pudin de vainilla hecho con fécula de maíz, bañado en salsa de chocolate. Y la coca cola, aunque fuera viernes, tampoco salpicaba la antesala del merecido descanso con sus afamadas burbujas. Pero ya sabemos que los tiempos cambian, y que, la sabiduría del americano de antaño, ha sido de sobra sobrepasada, sobre todo en kilos y en diabetes por la actual, una más moderna, adepta al sota, caballo y rey de la pizza, azúcares, frituras, y otras grasazas, que, en muchos comedores escolares públicos, se salen del plato.

En el 2012, el Congreso estadounidense aprobó que, una cantidad generosa de tomate en la pizza, equivaliera a una ración de verdura. A los dignatarios madrileños, ¿les habrán hecho comer una Telepizza secorra y por eso han cambiado de parecer? Digo yo que, de haber sido este el caso, unas bolsitas extras de ketchup en cada envío, con unas patatas bien frititas, hubieran podido bastar para cubrir unas cuantas dosis de las verduras diarias recomendadas.

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