miércoles, 2 de febrero de 2022

De momento, nos queda papel.

Y mientras no sabemos a lo qué atenernos con las predicciones de las marmotas, por un lado Phil nos asegura que vamos a tener seis semanas más de fríos pero su homólogo en Nueva York, Staten Island Chuck, lo contradice augurando el buen tiempo, con la Agencia Tributaria no nos queda duda: los que hagan la declaración de la renta en línea, van a tener que adjuntar a la versión electrónica, fecha aún por determinar, fotito. 

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El gobierno tiene contratados los servicios de ID.me, una compañía que se dedica a autenticar la identidad de las personas mediante reconocimiento facial. Con esta decisión, lógicamente, el gobierno quiere prevenir el robo de identidades y otros posibles fraudes. 

Aunque la implantación de dicha medida no está exenta de problemitas, en especial para nuestros mayores que, con la tecnología, supongo que se manejarán peor para subir la foto requerida. Hay que hacerse un selfie y cargar una aplicación en el móvil. Puede que algunos, no muchos, no tengan teléfono y se vean obligados a comprarse uno para pagar al Fisco. La posibilidad de venta o filtración de información a terceros, sobre todo en lo concerniente a las páginas en las que aterrizamos para que así puedan apedrearnos mejor con publicidad a nuestra medida, tampoco debemos ignorarla. Aunque el riesgo de jaqueo y de que nuestros datos anden por la nube o de que acaben en manos de otros es, seguramente, de los factores que he enumerado hasta ahora, el albatros que más pese.  

Y los sistemas, cuando no funcionan bien, porque nunca funcionan a la perfección, en alguna ocasión nos obligarán a estar colgados al teléfono, seguramente en el momento más inoportuno, esperando a que, con un poco de suerte, nos atienda un agente, tal vez inexperto, o a que nos cuelguen y nos devuelvan a la casilla de salida sin haber resuelto nuestro problema. Quizás el sistema nos confunda con otro, somos tan parecidos. O a lo mejor no le guste mi nuevo look, el pelo largo me queda mejor y lo haya vuelto loco. O quizás sea el grano que me ha salido en la cara, imperdonable, chupa de píxeles y se niega a reconocer dicha protuberancia. 

Esperemos que el gobierno se ande con ojo. Y si no, al método tradicional. De momento, nos queda papel.

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