miércoles, 23 de febrero de 2022

Del fracking a la minería.

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Estamos intentando quitarnos del medio las energías fósiles y vienen los mineros del bitcoin a explotar el carbón que, sus sofisticadísimas y chuponas computadoras necesitan para extraer el preciado lingote. 

Como el año pasado China les dijo a los mineros que la mitad tenía que marcharse, los desalojados se volvieron a América en busca de centrales eléctricas a punto de cerrar para poner allí sus instalaciones. Con buen ojo y con mejor labia, prometiendo el infalible "que iba a haber más puestos de trabajo", se han instalado en lugares como Montana o Kentucky, (estado que ha prometido no cobrarles impuestos de la luz que se gasten en la extracción). Cerca de aquí, a una hora y media de Pittsburgh, tenemos otra central minera, la Scrubgrass. 

Hace cuatro telediarios estábamos con el fracking a cuestas (fracturación hidráulica para extraer el gas de esquisto). La acostumbrada promesa. Que qué de trabajos se darán. Aquí, en Pensilvania, hubo fiebre del oro con el fracking. Los lugareños cedieron sus tierras a las grandes petroleras para que les dieran un tanto de lo que sacaran. Eso sí, el paisaje de tuberías y suciedad que les dejaba la maquinaria, la contaminación y las facturas médicas que les llegaban a los arredandores, asfixiados con las emisiones de metano, y aquí otro inciso para recordar que en Estados Unidos esas facturas son siempre estratosféricas, imagino que, en muchas ocasiones, no compensarían la cesión. 

El fracking salió adelante gracias a subsidios y ayudas estatales. Pero claro, con tanta ayuda estatal a una operación costosísima, que encima, no resultaba rentable, había que hacer más agujeros y, de paso, dejar las localidades echas un asco. A ver si a Kentucky y a aquellos estados que se decidan a eximirles las tasas a este tipo de mineros les da por recordar los efectos que emiten sus decisiones.  

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