miércoles, 17 de agosto de 2022

Siempre nos queda el New York Times.

 En 1945, nada de Twitter, pero en periódicos tan influyentes como el New York Times, uno siempre podía encontrar la ineptitud, contrastada, de personalidades e instituciones. En septiembre de ese año, la oveja negra fue el Departamento de guerra estadounidense. Aunque el envío de soldados a casa comenzara en mayo, con la capitulación alemana, los soldados no podían regresar a casa a la velocidad deseada. Cinco meses tardaron en evacuar a los 7 millones seiscientas mil personas que tenían fuera del territorio. Para agradar a la tropa, el gobierno estableció un sistema de puntos. Los que tuvieran más de 85 serían los primeros en la evacuación. El baremo para las mujeres era más bajo, siendo cincuenta la cifra que les daba prioridad.

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Poco después del informe del prestigioso periódico, treinta y dos barcos se mandaron a la zona del Pacífico, pero el problema persistió, ya que no había barcos suficientes. Para acallar a los protestones, al Departamento también se le ocurrió relajar el baremo, convirtiendo a los que tuvieran 50 o más puntos, en prioritarios. Lógicamente, el atasco no remitió, sino que empeoró. 

En Londres, los soldados se entrevistaron con Eleanor Roosevelt para pedirle ayuda. En las calles de Guam, Manila, Londres, París o Frankfurt levantaron pancartas pidiendo que los devolvieran a sus casas. Desde Estados Unidos, los familiares de los destacados en el extranjero también pusieron su granito de arena en la protesta, ahogando a sus políticos entre montañas de fotografías de los combatientes y miles de zapatitos para bebés, niños y niñas. 

Finalmente, en enero de 1946 llegaron los últimos. Sin la intervención del New York Times, seguramente la evacuación hubiera tardado pelín más. 

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