martes, 6 de octubre de 2020

El joven Frankenstein.

Y, después de tanta intoxicación vírica, sobre todo presidencial, hoy, una ventana cultural con Frankenstein de Mary Shelley. Manual Cinema, de la mano de City Theatre, estos días, (la última representación será el 18 de octubre), lleva ofreciendo un espectáculo vistoso, creativo, entretenido y elegante del clásico. Duración, 65 minutos. La justa para que no se hiciera interminable y evitar la posibilidad de acabar en el barranco de la odiosa repetición, (entiendo que, a veces, pero solo a veces, la necesidad la reclama). 

El entorno, como si tuviera conciencia de que estábamos allí para que nos entrara miedo en el cuerpo, acompañó. Luna llena, viento, lluvia y claqueticlá de tren de fondo deslizándose con tranquilidad fantasmal en la cercanía nos clavó el espíritu victoriano de la obra. Y eso que manteníamos las ventanillas del coche bien subidas. No he mencionado que el espectáculo se proyectaba en un autocine, manera creativa para dar esquinazo a la Covid. Se nos facilitó una emisora de radio por la que salía la música en directo de una mini orquesta. 


Tras una pantalla gigante apoyada en los huesos de hierro de una antigua fábrica de acero, (el aire era tan fuerte que a veces conseguía doblarla, reforzando así el terror de la obra), actores de carne y hueso, creo recordar que todos eran mujeres, salpicaban su representación con la de marionetas iluminadas bajo los focos de un proyector que los actores acercaban o alejaban de este, dependiendo del efecto que buscaran. La puesta en escena del clásico me recordó al Bunraku japonés, pero, en este caso, tras la pantalla, aderezado también con fantásticas piezas musicales de cosecha propia, que, aquí y allí, me traían la locura del marilandés Frank Zappa. 

Aquí dejo el tráiler de Manual Cinema, la compañía que con tan buen tino ha captado la maternidad y el proceso creativo de la escritora Mary Shelly a través de su deslumbrante hijo, el joven Frankenstein.

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