domingo, 31 de octubre de 2021

Tres ACHES.

Y como estamos en Halloween, aquí un excelente artículo en la revista Smithsonian sobre el mago del ilusionismo, Harry Houdini, que, precisamente, moriría un 31 de octubre por el puñetazo de un imbécil que le reventó el apéndice. 

Houdini tenía la guerra declarada a las madames y messiurs que decían traer a los seres queridos del otro mundo. En una palabra, a los espiritistas. Aunque le fue bastante complicado desacreditarlos, ya que algunos políticos y sus familias eran devotos de dicha práctica. Para responder a sus necesidades, saltaron personas, algunas de cierto prestigio social, como Margery Crandon, esposa de un doctor que estudió en Harvard, que se dedicaba a montar, y cobrar, sesiones de espiritismo.

Esta fiebre por llamar a los seres queridos sale de Nueva York, en la década de los años 40 del siglo XIX. En concreto, nos dice el artículo, del hogar de las hermanas Fox, para mantener a la madre en vilo. Con tan mala suerte que, la madre, no pudo contener su euforia y su miedo y se lo fue a cascar a los vecinos que, a su vez, compartieron la misma euforia y miedo con sus allegados. La pobre esposa del presidente Lincoln, Mary Lincoln, devastada por la pérdida de su hijo, también celebró sesiones en la Casa Blanca. A principios del siglo XX las esposas presidenciales Edith Wilson y Florence Harding asistieron a alguna que otra sesión. Y, según Jane B. Coates, afamada médium, por lo que parece el presidente Coolidge y su familia también eran asiduos.

Entre las personalidades del mundo de la literatura más devotas del espiritismo tenemos a Conan Doyle. Y el mundo de la Ciencia también tiene a sus representantes: ¿qué tal un Edison y un Graham Bell? Estos pensaban que, quizás, en el futuro, "la transmisión espiritual pudiera llegar a formar parte de las próximas tecnologías". 

Los esfuerzos de Houdini por ilegalizar esta práctica llegan a Washington y, en 1926, meses antes de su fallecimiento, usando la información que Rose Mackenberg, una mujer a la que Houdini había contratado para investigar los montajes de los espiritistas, testifica en una sala a reventar de médiums. Pero la prohibición que buscaba Houdini no sale adelante, porque todo el mundo, le advierten, tiene derecho a que le tomen el pelo si así lo desea. La Primera Enmienda garantiza ese derecho. 

Buen Halloween.

No hay comentarios:

Publicar un comentario