lunes, 25 de julio de 2016

¿De qué color son algunas leyes?

Azul. Así se las denomina: Las leyes azules (blue laws), aunque también se las conoce por las leyes dominicales o Sunday laws.

Estas leyes no tienen a Estados Unidos a un único anfitrión. También aparecen en otros países como Canadá o Inglaterra. Y desde allí embarcaron a Nueva Inglaterra. Allá por 1610 recalaron por primera vez en Virginia. Su naturaleza puritana tenía como objetivo asegurarse de que la población complía con sus visitas puntuales a la iglesia. Ni que decir tiene que su presencia y comportamiento debían ser impecables. Una simple mácula en el zapato y ya no digamos un aliento delator hubieran podido suponer al desafortunado o desafortunada una simple multa o un castigo físico.

Afortunadamente con el tiempo esas reglas se fueron suavizando, hasta tal punto que, en muchos lugares, ya han desaparecido. Pero aún quedan reductos que se resisten a su total desaparición. Este es el caso del condado de Bergen, justamente en el estado donde me encuentro. Uno de los condados más ricos de Nueva Jersey. Su rigidez y adhesión extrema a los principios primigenios de estas leyes, dotar a las gentes de un día de asueto, ha molestado a muchos de sus habitantes, pero en referéndums sigue saliendo el voto favorable a que se mantenga el domingo como día de descanso. La compra de una botella de vino, una lavadora, unos zapatos o un body para el bebé, por nombrar unos cuantos objetos, no está permitida.

Los irritados, entre otras cosas, arguyen que se están violando los principios de la Primera Enmienda, ya que, con su existencia, se respalda una religión específica, en concreto la procedente del Vaticano, en detrimento de otras cuyo día de culto no es domingo. De hecho, existe una teoría de la conspiración en torno a este asunto sustentada por los adventistas del séptimo día, que con esta obligatoriedad, ven un ataque a su libertad religiosa.

A primera vista uno creería que a los habitantes de dicho condado, recordemos que las leyes varían de uno a otro, les mueven motivos altruistas. Sí y no. Los que las defienden aducen que, con la obligatoriedad del cierre, muchas tiendas locales, pequeños negocios de familia, no se verían forzados a abrir su local los siete días de la semana y a tener que contratar más mano de obra, una mano de obra a la que, en poco, seguramente tendrían que despedir, incapaces de soportar la presión de las megatiendas. Es, por tanto, una especie de barrera protectora. Los defensores del domingo también consideran que este es un día para pasarlo en familia y no haciendo compras.

Su existencia igualmente contribuye a evitar otro tipo de problemas. En este condado donde existen innumerables centros comerciales y dada su cercanía con Nueva York son frecuentes los atascos a cualquier hora, por no decir los accidentes derivados del ingente tráfico rodado que se crea.

Pero al final, la defensa de unos y la oposición de otros pone la argolla alrededor del mismo cuello: Dinero. Consumismo. Productividad.

El propio gobernador de Nuevo Jersey, Chris Christie, ya anunció que esta decisión le estaba costando millones de dólares en forma de IVA, pero sus compañeros de partido se le echaron encima para sofocar esa ansiedad.

Presiento que la existencia de estas leyes tiene mucho que ver con lo que aquí se denomina estado seco o estado mojado (Dry state, wet state). Efectivamente, el seco restringe el acceso al alcohol, mientras que el mojado es más permisible, también existen los mixtos. La venta de alcohol es muy lucrativa en este país y seguramente a los estados no les complace que se les desintegre esa fuente de ingresos. La mentalidad subyacente era prevenir el absentismo laboral, evitar que el trabajador se tomara un día de vacaciones cuando, en realidad, lo que le aquejaba era la resaca. Pero, si los clientes pueden abastecerse de tan preciado bien, pongamos el día anterior, y tirar de sus provisiones hasta que el fin de semana se les agote, ¿se justificaría la presencia de dicha prohibición?

Y a ustedes, ¿qué les parece?

Por cierto. Creo que en 2017 está previsto que abran otro supercentro, con parque de atracciones y todo, en Bergen. Curiosamente ocupará lo que se conocía por Xanadu, y que, ahora, pasará a llamarse American Dream (El sueño americano). ¿Acaso podía llamarse de otro modo?

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