Confirmado: si trabajara de representante en una farmacéutica y quisiera venderle al doctor de turno medicamentos opioides ya me conocería el truquillo. Una comida que me saliera por unos 13 dólares y lista. Eso es lo que cuesta convencer al doctor para que tire de receta, pues qué duda cabe de que, con el estómago lleno, se piensa mucho mejor, y ya no digamos con una señora hamburguesa en los morros. Ya sabemos que con 13 dólares uno no se puede correr una orgía culinaria pero el detallito es lo que cuenta. Y si se invita una segunda vez, se ha comprobado que el doctor reacciona mejor todavía, recompensando a la farmaucéutica con un pedido más abultado. Cuantas más comilonas, efectivamente lo hemos adivinado, mayor aumento del recetario.
Todo, por un puñado de carne...
No hay comentarios:
Publicar un comentario