domingo, 20 de septiembre de 2020

No todo es charleta de vestuario.

Menuda preocupación me ha quitado el presidente de encima. Reconozco que me alivió mucho saber que era el de siempre y que no se le había ido la cabeza. El milagro se materializó cuando le oí decir que a dónde íbamos a llegar con una mujer en la vicepresidencia, y para colmo, la Harris. Con lo flamenca que es ella. A Ferraro le hicieron pasar por el mismo brasero. Aunque el presi me tiene un poco escamada, porque, por lo visto, esta regla de que una mujer llegue lejos se puede doblar hasta el Tribunal Supremo.  




Supongo que, el tener entre las manos, veintiséis acusaciones de toqueteos no deseados, da mucho más caché para unas presidenciales. Supongo que, con esta declaración, habrá agarrado un buen número de votos, especialmente el de los jóvenes blancos, que, cuando crezcan, querrán ser como él. 

Aprovecho para romper una lanza en favor del presidente porque, desde luego, cortesía no le falta. Sin ir más lejos, ayer, en un mitin en Carolina del Norte, preguntó a las asistentes si contaban con el beneplácito de sus esposos para estar allí, al pie del cañón, apoyándolo. La respuesta, imaginaria o no, dio en ser afirmativa. Contaban con su consentimiento. Qué buenos maridos tenéis, les anunció. 

No todo iba a ser charleta, de esas que a veces se oyen en los vestuarios de los gimnasios... 

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