lunes, 22 de julio de 2019

Pittsburgh: primeras impresiones

Escribo desde la biblioteca pública de Crafton, un barrio de Pittsburgh, porque el ordenador, tal vez el cable, ha dicho que ya no puede más, lo que resulta bastante incómodo cuando se pretende encontrar alojamiento. Llueve a mares. Hace unos diez minutos que ha sonado la alarma anunciando riesgo de inundaciones. Aquí van algunas impresiones de Pittsburgh:

El que quiera venir a vivir a la zona que prepare los cuartos para gastarlos en frenos. Pittsburgh es una especie de Cuenca española pero con sabor tropical. La vegetación es exuberante y algunos caminos inexpugnables, dignos solo de caminatas a lomos de burro o, como mucho, de caballo. Escaleras empinadas, por lo visto hay un concurso para subir una cuesta (una de las más empinadas del mundo, creo que las otras dos están en Australia y en Gales), en bicicleta. El ciclismo parece contar con cierta afición en estas tierras. Si añadimos el calor bochornoso los competidores lo van a tener muy difícil para no sudar. En cuanto a los conductores están hechos al terreno y les va la velocidad.

Y puentes, puentes por todos sitios. Unos 446. No es broma. El que sufra de vértigo mejor que no se pase.

Amaina. Más, en otra entrega.

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