En Munhall prácticamente no hay nada en el centro. Abundan los dentistas, las peluquerías y los salones de belleza, síntoma de una economía renqueante. Solo un restaurante con típica comida americana y tres pizzerías para llevar. Una pastelería que elabora
cupcakes anuncia su próxima apertura. Dos bancos. Un Citizens y un Commmonwealth e iglesias para todas las almas: católicos, presbiterianos, ortodoxos... Los bares para darle a la cerveza (aquí la cerveza parece una religión) tampoco faltan. Como tampoco falta el recuerdo a los veterenos de guerra. En cada farola, una banderola con la foto de un veterano. Curiosamente ninguno es un veterano de color. Para ver a uno de tez oscura hay que ir a Hampstead.
|
Esta es la localidad de Crafton, no la de Munhall, pero como se ve, también rinde homenaje a los veteranos.
|
Y a pesar de sus numerosas ausencias las calles del centro están impecables y dan la impresión de ser bastante seguras (vimos a varias chicas haciendo
footing). El pavimento limpio, adoquines sin tacha, ya sabemos que, a veces, uno tiene que andarse con cuidado para no dejarse los dientes. Y las casas, en la zona de Pittsburgh parece predominar el ladrillo, maravillosamente cuidadas. Y un detalle que me recordó mucho a las costumbres de los pueblos de España. En la nocturnidad vecinos sentados en sus sillas plegables, hablando a la puerta de casa. En Quincy abundaban los porches, con lo que era mucho más complicado relacionarse con otros vecinos.
Munhall, auqnue está a unos veinte minutos en coche del centro de Pittsburgh, se puede ir en autobús aunque con transbordos, aún retiene un fuerte sabor rural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario