jueves, 4 de agosto de 2016

Para mi cumpleaños quiero...

Hoy, por ser el cumpleaños del presidente Obama, me gustaría comenzar con una cita suya que, me parece, es un canto a la prudencia y al buen juicio.
America has changed over the years. But these values my grandparents taught me -- they haven't gone anywhere. They're as strong as ever; still cherished by people of every party, every race, every faith. They live on in each of us. What makes us American, what makes us patriots, is what's in here. That's what matters. And that's why we can take the food and music and holidays and styles of other countries, and blend it into something uniquely our own. That's why we can attract strivers and entrepreneurs from around the globe to build new factories and create new industries here. That's why our military can look the way it does -- every shade of humanity, forged into common service. That's why anyone who threatens our values, whether fascists or communists or jihadists or homegrown demagogues, will always fail in the end.
Esta es mi traducción. 
América ha cambiado con el paso del tiempo. Pero estos valores que mis padres me enseñaron no se han perdido. Siguen más fuertes que nunca, aún apreciados por las gentes de todos los partidos, de todas las razas, de todas las creencias. Viven en cada uno de nosotros. Lo que nos hace americanos, lo que nos hace patriotas, es lo que está aquí. Eso es lo que importa. Y es por eso que podemos hacer nuestra la cocina, la música y las fiestas y estilos de otros países, y fundirlos en algo que nos hace únicos. Es por eso que podemos atraer tanto a los que están intentando abrirse paso como a los emprendedores de todo el mundo para levantar fábricas y crear nuevas industrias aquí. Es por eso que a nuestra defensa se la vea como se la ve. Cada tinte de humanidad, al servicio de la comunidad. Es por eso que cualquiera que amenace nuestros valores, ya sean fascistas o comunistas o jihadistas o demagogos hechos aquí, al final, siempre fracasarán.
Seguramente, de estar vivo, Paul Robeson hubiera apreciado las palabras del presidente. Este hombre, nacido en Princeton, Nueva Jersey, en 1898, es, lo que podríamos llamar, la encarnación del humanista. Intelectual, estudió abogacía, hablaba, según la biografía de su hijo, veinte idiomas, también era un atleta extraordinario, magnífico cantante, buen actor y excelente orador. Y digo que, seguramente, porque Robeson es otro de esos americanos a los que, injustamente se les ha perseguido, porque, sino lo han adivinado ya, Paul Robeson era afroamericano y, además con coletilla. La fatídica palabra, la innombrable. La gran C, no me refiero al cáncer, aunque la estela de la que hablo también, a estas alturas, se sigue viendo como una enfermedad. Lo han adivinado: comunista.


Por sus simpatías, aunque nunca fue militante del partido comunista, hacia lo que él veía como la defensa de la dignidad y la justicia encarnada en Rusia y la causa republicana, incluso fue a España a dar moral a los combatientes con sus insuperables versiones de Ol' Man River, fue estigmatizado y perseguido, hasta el punto de que, probablemente, el estrés producido por esta situación, fuera el desencadenante de sus problemas de salud.

Por sus estrambóticas exigencias, pedía que se tomaran medidas para acabar con el linchamiento de la población de color, el por aquel entonces presidente Truman no solo lo despidió con gaitas destempladas, sino que además, activó el resorte para que, años más tarde, fuera sometido a la famosa «caza de brujas». Con la retirada del pasaporte, e incapaz de encontrar trabajo en su propio país dada su condición de enemigo, se le condenó a un estado de pobreza del que comenzó a salir con el fin del macartismo.

Happy Birthday, Mr. President.

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