Recorriendo los pasillos, hace tiempo que vengo notando el poder omnímodo de las secciones de autoayuda, religión, ejercicio y cocina. Lógicamente la misión de la librería es vender, y si los clásicos solo pueden salir adelante con el respaldo de las nuevas tendencias, supongo que habrá que conformarse. La cuestión es hasta cuándo. Cuánto puede aguantar la vara antes del chasquido.
A las hordas de autoayuda, religión, ejercicio y cocina hay que añadir una nueva adquisición. Alguien la había colocado estratégicamente a ambos lados del vestíbulo. Imposible la escapatoria. Portadas muy llamativas, al principio me pareció que se trataba de libros de filosofía india. En una segunda exploración me di cuenta de que, aunque efectivamente había dado en el clavo con lo del tema "indio", de la India, se entiende, pues la conocida forma circular del mandala ahogaba la cubierta, había errado en lo de filosofía. Era un libro antiestrés. Y cómo funcionaba. Muy sencillo. Solo había que colorear las formas geométricas en el interior. Destinatarios. Niños grandes. El horror, obviamente, había traspasado el umbral, decorando estanterías en donde vivía de polizón. Sección de revistas, cómics, romance, incluso vi uno con motivos escandinavos que alguien dejó sobre una mesa en el Starbucks. Era evidente que la invasión de estos libritos de colorear para adultos, así reza en sus portadas, se había llevado a cabo sin rubor.
Revisando las noticias de hoy, he encontrado una en la que se resalta el éxito logrado por un estudiante. Su hazaña: contar con figuritas LEGO la dureza de la vida universitaria. Pero el estudiante ha preferido mantener el anonimato. Su decisión responde a necesidades laborales, nos confiesa. Se encuentra en el último año de carrera y en breve tendrá que iniciar la búsqueda de trabajo. El joven es consciente de que una sitcom a lo LEGO probablemente no lo beneficiaría, a menos que estuviese intentando hacerse un hueco en el mundo de la farándula o como decorador, pero me da en la nariz que, probablemente, esté estudiando Económicas, y no quiera ahuyentar posibles ofertas con su tufo infantil. A su favor, por lo menos, le queda el sentimiento de vergüenza. Ahora la cuestión es saber si, además de infantil, también está estresado y si, sobre todo, ya tiene un cuaderno de colorear para adultos.
Y a ustedes, ¿les parece que los libros de colorear para adultos son una mala idea? ¿Tal vez piensan lo contrario?
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