domingo, 18 de marzo de 2018

Menudo pase

Y ya que hablamos de los efectos de la Locura marciana en una entrada de la semana pasada, hoy me voy con su artífice, Walter Byers: primer director ejecutivo del NCAA (National Collegiate Athletic Association, La Asociación Nacional Atlética Universitaria), que de 1951 a 1988 ocupara el cargo y convirtiera a dicha organización en una potencia económica. Y todo por un juego de palabritas, por no llamar pan pan, y al vino, vino. 

A estos atletas-estudiantes (a esta doble naturaleza se agarra la Asociación) no se les paga un duro, mejor dicho un dólar. Un fallecimiento de un jugador en la cancha en 1954 reforzó su concepción tres años más tarde en los tribunales. Por cierto, que de los entrenadores no se puede decir que los pobrecitos vivan en la indigencia. 

La March Madness genera unos ingresos de unos 900 millones de dólares anuales, lo que supone más del 80% de los ingresos anuales de la Asociación. La cosa es tan productiva que se piensa que, al cruzar la barrera del 2015, los beneficios superarán el millón de millones. Y las ganancias casi que salen limpias, ya que se considera que los deportes universitarios tienen un propósito educativo¿no comercial? y, por lo tanto, cuando llega la hora de declarar a Hacienda, se marcan un IRS 501(c)(3) que los exime de pagar impuestos y listos. Y aunque se considera una actividad sin ánimo de lucro, el contratito a 14 años que ha firmado con CBS y Turner Broadcasting por los derechos de emisión supuran dinerito. Por cierto, que por la sede en Indianápolis, un palacete de 142000 mil pies cuadrados y 500 plazas de aparcamiento, se les casca 1 dólar al año. Menudo pase.  

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