martes, 21 de mayo de 2019

El motín nunca debió pasar

Ya se sabe que España ha dado unos cuantos supercentenarios, personas que viven más de ciento diez años, y que para el 2040 probablemente la esperanza de vida sea la más elevada del planeta. Herman Wouk no era español, tampoco supercentenario, pero casi. Acaba de dejarnos con casi ciento cuatro. Probablemente pocos habrán oído hablar de él. Los que gusten del cine antiguo seguramente lo reconozcan. Y los que hayan leído el Relato de un náufrago de García Márquez puede que también lo recuerden ya que se menciona en la obra. 

El motín del Caine, en la que aparecían entre otros Humphrey Bogart y José Ferrerestaba basada en su novela homónima y por la que se llevó el Pulitzer en 1951. Parece que Wouk, este hombre con fuerte apego a la fe judía, experto en el Talmud, era especialista en guerras. Vientos de guerra y Tormentas de guerra, publicados décadas más tarde, se emitieron como miniseries en la pequeña pantalla y con actores de primera. Robert Mitchum y Ali Mac Graw.  

Severely wounded being transferred to hospital ship for transport, Hoboken

A Wouk no le gustaba nada dar entrevistas. Huía de la fama que da un Pulitzer, sumergiéndose en la creatividad. A su maestro, Mark Twain, lo encontró de joven, cuando un vendedor ambulante, una especie de representante de Planeta DeAgostini, le vendió a la familia las obras completas. El uso que hiciera Twain de la Biblia, aunque solo fuera para burlarse de la religión, le fascinaba a la joven promesa. Pero fue antes, cuando su padre le leyera las historias del Mark Twain judío, Sholem Aleichem, el autor de la obra El violinista en el tejado, genio del humor y de la naturalidad, cuando se despertó la conciencia escritora de Wouk.

Por cierto, que los que se quedaran con la duda de saber de qué parte estaba Wouk en el motín, aquí va la respuesta que dejó escrita en su diario: el motín nunca debió pasar.  

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