La Mammouth Cave de Kentucky me ha hecho pensar en un pionero que se pasó batallando unos cuantos años con los nativos shawnee. Daniel Boone no era de Kentucky, sino de Pensilvania, pero fue en ese estado donde en 1772 estableció un campamento en una cueva, junto al nacimiento del arroyo Hickman (Hickman Creek), afluente del Kentucky River (río Kentucky). Después de las incursiones, Boone, comido de deudas que le había dejado una especulación de bienes raíces y demandas judiciales, decide dejar Kentucky y mudarse a pastos más verdes con la familia.
Desconozco si Nathaniel Carey, otro pionero de Pensilvania, también tuvo que enfrentarse a la justicia. Pero sí se puede atestiguar que el señor Carey, de profesión sastre, fingió estar enfermo con el propósito de que, los séneca, nativos de la zona, se apiadaran de él y le indicaran dónde podía impregnarse de oro negro, pues corría la voz de que si se bebía o se untaba, sus propiedades curativas lo dejaban a uno como nuevo. Y fue allá por 1796 cuando Carey logró comprarle el secreto a un nativo, que lo llevó en canoa hasta Oil Creek (el arroyo del Crudo).
Beberlo no sé si lo bebería, pero no quedan dudas de que logró venderlo. De hecho, el señor Carey, cuenta con la distinción de haberle puesto precio al barril. Cinco galones, unos diecinueve litros, a 50 dólares en 1797, todo un dineral si tenemos en cuenta que los casi cuatro litros que se chupa el motor a día de hoy nos salen por unos 2 dólares y medio.
Gracias a la falsa enfermedad del señor Carey, él y su cuñado, Hamilton McClintock, pudieron montar un negocio que comenzó abasteciendo el petróleo Séneca (Seneca Oil), a boticas y amas de casa para atacar accidentes o enfermedades y ahora su crudeza no hace más que causarlos.
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