domingo, 13 de enero de 2019

Cien años habrán de pasar...

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De Braintree sigo sacando. Esta vez a dos hombres, italianos, a los que se condenó a morir en la silla eléctrica por un delito que parece que no cometieron. Sacco y Vanzetti. No eran de Braintree, la ciudad en la que trabajo, pero los crímenes de los que fueron acusados tuvieron lugar aquí, en una fábrica de zapatos. La Slater and Morill. Ya no está, desapareció en 1948. Un centro comercial se levanta en su lugar. En la esquina donde fueron disparados un 15 de abril de 1920 el encargado de pagar las nóminas y su guardaespaldas, Frederick Parmenter y Alessandro Berardelli, hay una placa conmemorativa que explica lo sucedido. En la Biblioteca Pública de Boston se puede ver un relieve de Sacco y Vanzetti hecho en piedra. El autor, Gutzon Borglumes el mismo que el que diseñara el Monte Rushmore. 

La verdad es que extraña mucho ver un monumento a dos anarquistas en este país. Hace cien años anarquismo prácticamente era sinónimo de terrorismo. Y efectivamente a la escultura le costó hacerse hueco en el país porque ninguna organización o institución quería albergarla. Aceptarla hubiera podido enfurecer a patrocinadores que en menos que canta un gallo hubieran dejado de enviar sus dólares. En 1941 tenemos a Einstein pidiendo que coloquen a la pobre obra en algún sitio. Fue en 1977 cuando, finalmente, el gobernador Dukakis, se atreve a condenar la ejecución de Sacco y Vanzetti y mencionar la lucha contra la intolerancia. En 1997, Thomas Menino, el primer alcalde de descendencia italiana de Boston, ya desaparecido, y que una vez tuve la suerte de ver en acto público dando la bienvenida a los profesores nuevos, acepta de la Community Church de Boston el molde que Borglum hiciera de la obra. La iglesia se hizo con él en los años 60. 

Me parece que, como sigamos por el mismo camino, por lo menos otros cien años habrán de pasar para que los inmigrantes injustamente acusados consigan tener su reconocimiento. Si acaso un molde... en un muro.

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