Como era de esperar, Wisconsin va a proceder al recuento. Su primer recuento de votos presidenciales desde que se formó como estado. Lo que me ha dejado un poco perpleja es que la petición haya venido de la mano de Jill Stein, la candidata del Partido Verde, aunque, bien pensado, si Clinton quería lavarse las manos en este asunto es lo mejor que le podía pasar, independientemente de que los escoldos de una posible investigación en su contra puedan volver a reavivarse.
Me temo que el enjuague se va a quedar a medias, porque Marc Elias, el abogado de la campaña electoral de Clinton, ha declarado que "como no encontramos pruebas de piratería o intentos externos de alterar el voto electrónico, no pensamos usar esta opción. Pero ya que se ha iniciado el recuento en Wisconsin es nuestra intención participar para asegurar que el proceso transcurre de una manera justa para las partes involucradas".
No dudo de los buenos propósitos de Stein cuando habla de "Crear un sistema en el que todos podamos confiar", y quizás esté en lo cierto de que solo así podrán disiparse las dudas sobre la transparencia del proceso electoral, aunque disipar los nubarrones sea a precio de californio. Pero este ir al rebufo de los demócratas da que pensar.
Y digo yo que, para evitar ese dar que pensar, el presidente entrante, ¿no podría unirse a los esfuerzos del recuento? Al fin y al cabo fue él el que declaró que si perdía las elecciones podría no acatar el resultado.
Ojito con esos huesos.
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