Vino el viernes colapsando las carreteras de Nueva Jersey y cerrando el Lincoln Tunnel y supongo que el domingo se marchará de igual modo. El magnate Trump tenía prisa por pasar el fin de semana pateando en compañía, entre otros, de Romney, Reince Priebus, Christie y el general James Mattis en el Trump National Golf Club, en Bedminster, la niña de sus ojos en términos golferos.
Y no me extraña que sea la joya de su corona porque hacerse miembro solo cuesta 300000 dólares. A los bolsillos más exclusivos, como los de Bill Clinton, no les importa descolgarse estas menudencias y pagar lo que haya que pagar con tal de vérselas con diestros que no los desluzcan.
Y hablando de diestros. Dicen las malas lenguas que George Norcross envió a Christie, el convidado de piedra, a la reunión. Y quién es George Norcross. Un demócrata al que tanto los republicanos como los de su propio partido temen. Su miedo es tan atroz, que algunos lo denominan la "Pesadilla de América".
Los republicanos le atribuyen el encarcelamiento de Charles Kushner, el padre del yernísimo. Para algunos, la reunión del pasado fin de semana representa la esperanza de que Kushner se dé cuenta de que no fue Christie el que le puso entre barrotes, sino Norcross. Curiosamemente el hermano de George se llama Donald y también se dedica a la política.
Otros republicanos opinan (también algunos demócratas) que Christie y Norcross son prácticamante miembros de una banda de delincuencia organizada. Su consejo: huir de Christie como de la peste e imputar a Norcross.
Ahora solo falta saber si la tarjeta de visita de Norcross deslumbró a Trump o si, por el contrario, le repateó.
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