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domingo, 20 de noviembre de 2016

Los presidentes, ¿traficantes de esperanza?

Mientras el equipo de Trump afila la lista de candidatos al gabinete con magnates de la industria como Forrest Lucas o con mecenas como Steven Mnuchin, sus votantes no solo le piden que haga un poco de limpieza deshaciéndose de los pesos pesados del partido republicano, sino que van más allá. Reclaman un drain the swamp. En otras palabras, que vacíe la ciénaga.

Después de la más que probable elección de Mitt Romney como secretario de estado los verdaderos republicanos temen lo peor.

"Donald, no te unas a los RINOs". Los RINOs (Republican in Name Only, De republicano solo el nombre) es un acrónimo peyorativo para referirse a los miembros del partido conservador a los que no se les ve lo suficientemente republicanos. Este término ya existía en los años veinte, pero fue a partir de los 90 cuando tomó más fuerza.

"No te acerques a ellos. Son peores que ese atajo de mentirosos que son los demócratas. Te votamos a TI para que salvaras a Estados Unidos del nuevo orden mundial no para que TE UNIERAS a él", clama la desesperación de otros.

Es cierto que algunos, menos alarmistas, defienden estas nominaciones argumentando que Trump sabe muy bien lo que se hace porque, de natural, es un ganador, un hombre de negocios que necesita la experiencia de Romney para sacar adelante el país.

Los incrédulo-despectivos también tienen algo que decir al respecto: "Romney puso a parir a Trump. Si le quedara algo de vergüenza no aceptaría. Y esto también va por esos dos zurullos de Christie y Gingrich", argumenta otra voz conservadora. 

De este maremágnum solo un par de cosas están claras: el recelo por la intelectualidad de muchos votantes republicanos, los cuales parecen verse en constante amenaza por el creciente desarrollo de las ciencias y por la liberalidad con la que fluyen las ideas. 

Por eso cuando vieron a George W. Bush en la gran pantalla diciendo que Jesucristo era su filósofo político predilecto la masa republicana se sintió aliviada. Al fin, uno de ellos. Estaban salvados. La esperanza les hinchó el corazón mientras los ojos, tal vez la emoción, se les nublaba. 

Bush no era como ellos. Trump tampoco lo es, pero han conseguido que sus seguidores vivan bajo la idea perpetua de que algún día, quizás sus hijos, también puedan alcanzar ese sueño, de ahí que la esperanza nunca se les rompa.  


La otra es que Christie lo va a tener muy difícil para llevarse una cartera. No porque sea un zurullo según algunos, sino porque después de que castigara al padre del yernísimo con la cárcel, es prácticamente misión imposible. Una lástima, porque la secretaría de comercio, sabiendo tanto de casinos y de transportes, le quedaba que ni pintada.     

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