martes, 29 de noviembre de 2016

London, aventura en Alaska.

Esta semana seguimos con las celebraciones. En este caso se conmemora el centenario de la muerte de Jack London, autor, entre otras obras, de Colmillo blanco o La llamada de la selva.

Aunque nació en San Francisco, y en San Francisco no es que haga mucho frío, a London se le considera el maestro de las narraciones árticas, y es que, en 1897 marchó a Alaska, la Última Frontera, siguiéndole el rastro a la fiebre del oro de Klondike.

La aventura le hizo volver con escorbuto y menos de 5 dólares en el bolsillo, pero la mente la traía cargada de ideas para volcarlas sobre el papel. Según él, "fue en el Klondike donde me encontré a mí mismo. Allí uno logra su verdadera perspectiva. Yo conseguí la mía". De 1902 data una de sus mejores historias sobre la vida en el Yukón, To Build a Fire (Construir una hoguera) y que nos da una idea de esa perspectiva.

En la agresiva indiferencia del hielo, el hombre vive la pureza del silencio blanco, un espacio de su creación, brutal, en el que nadie puede adentrarse. Pero ese espacio, casi animal, está limpio, exuda coraje y, sobre todo, honestidad, esa honestidad tan a lo Hemingway. No es casual que los dos fueran grandes amantes del boxeo. En la opresión de la naturaleza solo la sabiduría nos puede salvar, parece que viene a decirnos London. Pero, a veces, la renuencia a escuchar a los demás, la arrogancia humana, siempre tan de moda, puede llevarnos a lo inevitable. Solo el perro, conocedor de sus límites, logra sobrevivir. 

En esta desinteresada desolación, una oportunidad para la camaradería, no hay sombras del materialismo, apunta London, porque no hay lugar para la hipocresía. London, socialista practicante, millonario, darwinista, humanitario, amante de los animales, a veces con prejuicios raciales, siempre al borde del alcoholismo y del suicidio, no dudó por un instante que la suya era una cruzada en un mundo muerto, a veces ciega con la posibilidad de que Dios existiera. ¿De qué otra manera se explicaría entonces que el Paradise Lost (El Paraíso perdido) de Milton fuera uno de los tres libros que lo acompañaran en su expedición?

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